El orden político necesitará reglas pero necesita más que reglas: sin la virtud (*) de los príncipes, sin su audacia y su prudencia, el Estado se vendría abajo.
-Jesús Silva-Herzog en comentario sobre Maquiavelo
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(*) aquí el concepto de virtud no ha de leerse en el sentido moral como conducta recta, íntegra o bondadosa, sino bajo el aspecto político; esto es, el Príncipe debe ejercer su potencia virtual, el poder, con eficacia y maestría tal que le permita mantenerlo.
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