domingo, 21 de julio de 2013

De las nociones absolutas: libertad y democracia

La poca memoria

-Enrique Krauze, Reforma, 21 jul 013
Las sociedades, como las personas, tienen poca memoria. A veces ocurre por simple y natural olvido, otras por ignorancia, otras más por conveniencia. Un sector del público mexicano padece ese mal, que lo desorienta y empobrece. Quizá es irremediable que cada generación pretenda sepultar lo que hicieron las anteriores para construir su destino. O imaginar que sus problemas no tienen precedente y que, heroicamente, la historia comienza con ellos. Pero hay que combatir la poca memoria.
En un encuentro académico en Guadalajara, una joven del público tomó la palabra para protestar contra la "brutal represión" a los estudiantes y la "completa falta de libertades" que padece el México de hoy. No pude resistir la tentación de contestarle, aunque no era fácil: ¿desde dónde empezar la narración?
Comencé en el 68. En ese año -le dije- cientos de miles de estudiantes nos atrevimos a marchar en las principales avenidas de México para protestar contra un gobierno autoritario que no sólo tenía el monopolio de la verdad pública sino de los espacios públicos donde otras versiones de la realidad pudieran expresarse. Ese solo acto implicaba riesgos de vida que presentíamos y finalmente comprobamos, en Tlatelolco. ¿Dónde está -le pregunté- el paralelo con nuestra época? En ninguna parte. Hoy los estudiantes radicales son cientos (no cientos de miles) y su bandera no es la libertad de un país sino un programa escolar que a su juicio merece la toma del Palacio de Invierno. En México -concluí- no hay falta de libertades sino, en todo caso, un exceso de ellas. La ciudad de México es una de las más libres del mundo.
La democracia es otra víctima de la poca memoria. Un sector radical sostiene, sin más, que en México la democracia no existe. Resulta cansado recordarles una y otra vez lo que era el país hace apenas veinte años, pero hay que hacerlo, sobre todo a los jóvenes que no vivieron los tiempos de la "dictadura perfecta": la concentración total de poder en el presidente, la nula división de poderes, la completa falta de transparencia en el uso de los recursos públicos federales, la censura y la autocensura, el control del aparato electoral por la Secretaría de Gobernación. El contraste con la situación presente es clarísimo, pero no les convence.
Algunos siguen hablando del "sistema". Lo cierto es que "el sistema" entró en coma en 1997 y murió en el 2000. Lo que ahora tenemos es una vida democrática llena de defectos, limitaciones, manipulaciones. Pero no un "sistema". Quienes así piensan, por lo general, no formulan cuál sería la alternativa al marco actual.
En los jóvenes radicales, la poca memoria puede atribuirse a la autoafirmación, la inexperiencia o la ignorancia. Pero en los viejos los motivos son más turbios. Para avivar la memoria de muchos conspicuos líderes de oposición, basta el recordatorio de su propio pasado: ¿dónde estaban muchos de ellos en los años setenta -el cenit del PRI represor- y buena parte de los ochenta? Estaban en el PRI. ¿Y qué proyecto defendían mientras nosotros -los anacrónicos liberales- proponíamos la adopción de la democracia? Defendían el proyecto del PRI.
Entre los actuales líderes de la izquierda hay varios que no militaban en el PRI. En su caso, el recordatorio es otro: con honrosas excepciones, como Arnoldo Martínez Verdugo, para ellos lo importante era la revolución, no la despreciable "democracia burguesa".
(...)

1 comentario:

Baltazar dijo...

Ay, Quiquito, mejor cállate.

¿Cuánto tiempo más tratarás de justificar tu trabajo actual como apologista del gobierno con una marcha que -según tú- hiciste en 1968?

¿Tú, el ensalzador de dictadores (pasados y presentes) hablas de mala memoria? ¿Pues qué le echan al agua en Televisa?