martes, 11 de marzo de 2014

De fobias guasonas

Aunque la palabra para designar el miedo a los payasos es coulrophobia en inglés, se antoja erróneo traspasarla de forma literal al español como coulrofobia. Quizá convenga atender la etimología para reformular el término. Pues si el origen reside en el vocablo griego kōlobathristēs ('el que anda en zancos'... como los bufones de la antigüedad) cabría decir: ¿"colobatrifobia"? En cualquier caso, la coulrofobia se desencadena cuando (sobre todo en la infancia) se detecta una trampa: allí hay una persona que se esconde, que obra desde el anonimato, ¿por qué? ; encima, el payaso muestra una sonrisa enorme, pero el exceso de maquillaje, generalmente recargado de colores chillantes, grotescos, más el disfraz de ropas en general, de talla más grande respecto del cuerpo de la persona que lo porta, orilla a intuir que la excesiva amabilidad del payaso es... artificial, falsa, un engaño. Así, desde la lógica infantil irracional, encubre lo opuesto: una actitud agresiva, peligrosa, amenazante.

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