lunes, 11 de febrero de 2013

El Vaticano está en Italia; ergo, ¿qué hace un alemán aquí?

Un Papa rodeado por lobos
(Texto redactado el 18 de febrero de 2012,
por Pablo Ordaz desde Roma para El País)

#El ortodoxo cardenal alemán de alma tridentina ha sido durante su mandato un Papa solo, intelectual, débil y arrepentido por los pecados, la suciedad y los delitos —él empleó estas dos palabras por primera vez— de la Iglesia, y rodeado de lobos ávidos de riqueza, poder e inmunidad. La Curia forjada en tiempos de Wojtyla era una reunión atrabiliaria de lo peor de cada diócesis, desde evasores fiscales hasta abogados de pederastas, pasando por contrarrevolucionarios latinoamericanos y por integristas de la peor especie. Esa Curia digna de El Padrino III siempre vio con malos ojos los intentos de Ratzinger de hacer una limpieza a fondo, mientras los movimientos más pujantes y rentables, como los Legionarios, el Opus Dei y Comunión y Liberación, torpedeaban a conciencia cualquier atisbo de regeneración
#De los 265 papas que ha tenido la Iglesia católica, sólo ha habido cuatro dimisionarios antes de Benedicto XVI. Aunque sólo la renuncia de uno de ellos, Celestino V, coronado en 1294, es considerada como un gesto personal, ajeno a presiones y asumido con absoluta libertad. Los dos primeros, de frágiles contornos históricos, se remontan al primer milenio. Se trata de Clemente I, y de Ponciano, que vivieron en el siglo II y III, respectivamente. Una etapa en la que la Iglesia católica era poco más que una secta minúscula

-Adiosito, Bye-bye, auf Wiedersehen, Arrivederci, Ahí-se-ven 
Cuentan que a Juan Pablo II le preguntaron en cierta ocasión: "Su Santidad, ¿cuánta gente trabaja en el Vaticano?". A lo que el polaco Karol Wojtyla, Papa entre 1978 y 2005, contestó con ironía: "Más o menos, la mitad…". Ahora ya sabemos —siguiendo una broma que en realidad no lo era ni lo es tanto— a qué se dedica la otra mitad. De unas semanas a esta parte, el Vaticano vive conmocionado por una serie de filtraciones de documentos secretos que han llevado al portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, a admitir que la Iglesia está sufriendo su particular Vatileaks. La publicación de una denuncia interna sobre corrupción y de un extraño complot para matar a Benedicto XVI dejan al descubierto las descarnadas luchas de poder ante la posible inminencia del fin de su papado. Aunque representante de Dios en la Tierra, Joseph Ratzinger es en realidad un hombre enfermo a punto de cumplir 85 años. En expresión de L’Osservatore Romano, "un pastor rodeado por lobos".

Los lobos, aunque se vistan de púrpura, se excitan con la sangre. Y el pastor Ratzinger ya avisó hace dos años —en una entrevista de Peter Seewald convertida en libro— que "cuando un Papa alcanza la clara conciencia de no estar bien física y espiritualmente para llevar adelante el encargo confiado, entonces tiene el derecho y en algunas circunstancias también el deber de dimitir". ¿Piensa Benedicto XVI dar un paso atrás coincidiendo con su 85 cumpleaños —el 16 de abril— o con el séptimo aniversario —tres días después— de su papado?
Tal vez solo él y Dios lo sepan, pero lo que sí parece estar muy claro es que, ante tal posibilidad, los candidatos a sucederle se han puesto a luchar como hombres para un puesto divino. Y, por afinar un poco más, como hombres italianos. Tanto los apellidos que ilustran esta historia de intrigas y golpes bajos como las armas elegidas para el duelo son puramente locales. Hay además una razón de peso. La silla de Pedro lleva siendo ocupada por un extranjero desde 1978. ¿No es hora de ya de que el Espíritu Santo vuelva su mirada hacia un cardenal italiano en la próxima reunión de la Capilla Sixtina?
La lucha de poder en el seno de la Iglesia se está dirimiendo —de forma inédita y dolorosa para muchos verdaderos hombres de fe— en las páginas de los periódicos. Como si se tratase de la última filtración sobre los zafios escándalos de Silvio Berlusconi. El primer golpe llegó con la divulgación, a través de un programa de televisión, de una carta del arzobispo Carlo Maria Viganò, actual nuncio en Estados Unidos, en la que le contaba al Papa diversos casos de corrupción dentro del Vaticano y le pedía no ser removido de su cargo como secretario general del Governatorato —el departamento que se encarga de licitaciones y abastecimientos—. Viganò, sin embargo, fue enviado lejos de Roma. La segunda filtración destapaba un supuesto complot para matar al Pontífice. El periódico Il Fatto Quotidiano publicó una carta muy reciente enviada a Benedicto XVI por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos en la que le contaba que el cardenal italiano Paolo Romeo, arzobispo de Palermo (Sicilia), había realizado un viaje a China durante el cual habría comentado: "El Papa morirá en 12 meses". Pero no sólo eso. Según la carta del obispo colombiano, escrita en alemán y bajo el sello de "estrictamente confidencial", el arzobispo de Palermo se había despachado a gusto en China contando supuestos secretos del Vaticano tales como que el Papa y su número dos, Tarcisio Bertone, se llevan a matar y que Benedicto XVI estaría dejando todo atado y bien atado para que su sucesor al frente de la Iglesia fuese el actual arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola.
¿Qué hay de verdad y de mentira en tales confidencias que ven la luz ahora? Tal vez nada a partes iguales. Quizás lo único cierto es que un sector de la curia vaticana, la casta de diplomáticos pontificios, considera que el actual Papa ha ido demasiado lejos al promover la transparencia en los dineros de la Iglesia y al cortar de un tajo la permisividad con los abusos a menores. Demasiado lejos y demasiado rápido para quien, a fin de cuentas, es un alemán de 85 años, enfermo y solo, perdido en un laberinto ajeno de intrigas y golpes bajos. Durante 26 años, reinó sobre el Vaticano un Papa polaco, experto en relaciones públicas. Desde hace siete, un introvertido Papa alemán. Da la impresión de que Italia ha iniciado la reconquista de la silla de Pedro.

1 comentario:

Aarón dijo...

Tal parece que la madre de todas las religiones es "la grilla"