Los toques de la maestra
-Raymundo Riva Palacio
¿Perdió la maestra Elba Esther Gordillo el toque? Todo apuntaría que sí después de ver cómo respondió una pregunta a la conductora de Televisa Adela Micha sobre la forma en que se inició como líder del sindicato de maestros. "Entré por el escusado", explicó escatológicamente, para añadir de inmediato, "pero salí por la puerta grande". El episodio se dio en la primavera de 1989, cuando el presidente Carlos Salinas arrancaba su gobierno y acababa de ganar legitimidad por la fuerza, al arrestar a toda la dirigencia petrolera, encabezada por Joaquín Hernández Galicia, La Quina.
Si la detención de los petroleros tenía una lógica económica -golpear al sindicato que ejercía la mayor presión política- que allanara su modelo neoliberal, sin olvidar el agravio personal al haber financiado La Quina un libro donde lo acusaba de asesinato, los movimientos en el magisterio obedecían al equilibrio con las fuerzas políticas que habían puesto en duda su victoria electoral. Con la derecha llevaría a cabo lo que se llamó las “concertacesiones” para que respaldaran su plan económico, y a la izquierda le empezaría a otorgar cotos de poder que le dieran gobernabilidad.
La racional de descabezamiento selecto a grupos de interés había salido de la cabeza del jefe de la Oficina de la Presidencia, José Córdoba, aunque Salinas, de acuerdo con quienes conocen los detalles secretos de aquel episodio, no quería el relevo del líder magisterial, Carlos Jongitud. Lo que llevó a su sustitución fue que se había opuesto a ceder a la izquierda la Sección 9 en el Distrito Federal, que era parte de acuerdos que comenzó a armar desde la noche de la elección Manuel Camacho, quien habló con el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas y los dirigentes del movimiento de izquierda, para pactar posiciones políticas a cambio de la no violencia, que incluyeron la Ciudad de México y Michoacán.
Pero la negativa de Jongitud llevó a Salinas a pedir opciones de relevo. El entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, tenía una candidata, pero Manuel Camacho, que había sido designado jefe del Departamento del Distrito Federal, se le adelantó.
Propuso a Gordillo, quien había sido promovida por Jongitud en el magisterio, que había dirigido la Sección 36 en el Estado de México y que en ese momento era delegada en Gustavo A. Madero. Salinas preguntó por ella al líder del PRI, Luis Donaldo Colosio, que la conocía, y también la palomeó.
Camacho le ganó la partida a Gutiérrez Barrios, pero no fue el final del camino. Salinas le preguntó a una de las personas a las que más escuchaba, Fernando del Villar, quien estaba comenzando la construcción del CISEN, el servicio de inteligencia civil que nació en el gobierno de Miguel de la Madrid al desaparecer la Dirección Federal de Seguridad. Del Villar coincidía con Córdoba en la estrategia contra los grupos de interés para poder poner en marcha el programa salinista, pero quien le dibujó la viabilidad y factibilidad del relevo fue Javier García Paniagüa, quien había vivido dentro de las cañerías del sistema político, a quien había acudido para que, como secretario de Protección y Vialidad del Distrito Federal, limpiara la capital.
Todos ellos participaron en la decisión que llevó a Gordillo a la dirigencia del sindicato. Es decir, si bien es cierto que entró por la puerta de atrás de Los Pinos de la mano del subsecretario de Gobernación, Manlio Fabio Beltrones, no fue "por el escusado", como ella lo describió, sino como parte de un entramado político en un momento coyuntural de despegue de un gobierno. Gordillo soslayó el contexto y las razones por las que voltearon a verla en la entrevista con Micha, y al desconocer el porqué la hicieron líder minimiza el porqué se ha mantenido en el cargo.
Es contradictorio, pues ha dicho públicamente que los maestros son un factor de estabilidad. ¿Perdió el toque? Es posible. Declaraciones como las vertidas la debilitan y fortalecen a quienes desean verla decapitada del magisterio. La maestra se mostró como una líder que, pese a lo que dice, no está entendiendo su valor como activo en el sistema por lo cual, hoy en día, sí podría ser desechable.
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