sábado, 16 de febrero de 2013

Arqueo(simbo)logía

Teotihuacán: Pirámide del Sol podría ser más bien, del Fuego
Oscar Cid de León, Reforma, DF, 14 febrero 2013.- La Pirámide del Sol, en Teotihuacán, podría no ser tal. Los hallazgos en su cúspide arrojan que podría tratarse de la Pirámide del Fuego.
El descubrimiento reciente de dos estelas y una representación mayor policromada del Dios Huehuetéotl, el Dios Viejo o del Fuego, es "mayúsculo" y "único", advierte en entrevista Leonardo López Luján; "relevante", añade Eduardo Matos Moctezuma: "Importante en todos los aspectos".
Ambos arqueólogos reabren el debate.
Y es que siempre se ha discutido el culto que se profesaba en el monumento.
En tiempo de los mexicas, por ejemplo, se pensó que allí se adoraba al astro solar; de allí que fuera bautizada por ellos cuando la visitaron ya en ruinas como Tonatiuh Tzacualli, que quería decir 'Montículo del Sol'. Con el paso del tiempo se supondrían otras adoraciones: al Dios de las Tormentas, que no era más que Tláloc, o a deidades terrestres, como la llamada Gran Diosa, lo cual ya había sido desechado.
"Pero la implicación de este hallazgo es mayúsculo", opina López Luján: "Lo que estamos viendo es muy sugerente porque es posible que la Pirámide del Sol tenga que ver con el fuego y con el tiempo, porque hay que recordar que el Dios Huehuetéotl es también el dios del tiempo, del año y los ciclos calendáricos".
El descubrimiento en la cúspide por parte del equipo encabezado por el mexicano Alejandro Sarabia y el japonés Saburo Sugiyama, este último de la Universidad Provincial de Aichi, quienes trabajan en el sitio desde 2005, no es una señal aislada.
En 1906, en la base de la pirámide, Leopoldo Batres encontró una serie de braseros y esculturas relacionadas con el fuego y la Fiesta del Fuego Nuevo; mientras que Rubén Cabrera halló hace una década, jaguares, que además de ser símbolos del sol, lo son también del fuego del inframundo.
"De manera que si sumas todos estos ingredientes, nos llevaría a pensar que el hallazgo es importantísimo", sostiene López Luján: "La pirámide representaría un templo dedicado al fuego y al final de los ciclos calendáricos".
¿O sea que la Pirámide del Sol podría ser más bien la Pirámide del Fuego?, se le pregunta. "Exactamente", zanja el arqueólogo.
Para Matos Moctezuma, el hallazgo de la representación del Huehuetéotl, de 54 centímetros de altura y 190 kilos de peso, el más grande conocido hasta el momento, añade a su importancia la necesidad de reabrir la discusión del culto.
Recuerda que las primeras representaciones del dios fueron halladas, aunque en escalas menores, en Cuicuilco, ciudad que pudo ser azotada por la erupción de un volcán cercano, el Xitle.
"Resulta ahora impresionante que salga esta figura y venga a unirse a la discusión de a quién estaba dedicada la pirámide llamada del Sol... La arqueología lleva allí 100 años excavando, o más, porque en realidad el primero que lo intentó fue, en el siglo XVII, Sigüenza y Góngora. El hecho es que viene a sumarse un elemento más sobre el significado del monumento", asegura Matos Moctezuma.
La pieza hallada en su cúspide es excepcionalmente grande, policromada y ricamente pintada. Tiene rasgos del rostro que la hacen particular. Es única en su tipo, coinciden los arqueólogos.
Pero si el culto de la Pirámide del Sol es al fuego, ¿a quién se adoraba en la de la Luna?
Los arqueólogos ponen la pregunta sobre la mesa, y es López Luján quien responde: "Los nombres del Sol y de la Luna provienen de los mexicas. Ellos pensaban, en el siglo XVI, que esas dos pirámides ya en ruinas estaban dedicadas a esos dos cultos. ¿Pero cuál es la realidad?".
"Lo interesante es que en la Pirámide de la Luna se han encontrado imágenes de una diosa que ha sido interpretada como la Diosa del Agua, y ya desde el siglo XIX se hablaba de esa presencia en la Plaza de la Luna. Entonces pudiéramos llegar a la conclusión de que la Pirámide del Sol representa en realidad al fuego y la de la Luna al agua: la Pirámide del Agua", expone López Luján.

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