En una película muda de 1931, Chaplin está
en una fiesta y se traga, por accidente, un silbato.
Un cantante se dispone a cantar pero cada vez que
lo intenta, es interrumpido por la tos de Chaplin,
que no tose sino que silba. Emmanuel Levinas, unos
años después, escribió sobre
esta escena para explicar de modo ejemplar la vergüenza.
Leemos:
"El silbato que se traga Charles Chaplin
en Luces de la ciudad hace que aparezca el escándalo
de la presencia brutal de su ser; es como un aparato
registrador que permite captar las manifestaciones
intermitentes de una presencia que apenas disimula
el traje legendario de Charlot... Es nuestra intimidad,
es decir, nuestra presencia ante nosotros mismos,
lo que es vergonzoso..."
El silbido ridículo
que causa risa y escándalo no se puede esconder
detrás de la ropa. Provoca la mirada de los
demás y es como si estuviera desnudo en medio
de la fiesta, detrás de un velo que se corre
cada vez que tose. Levinas no niega que este sentimiento sea un fenómeno
moral, sino que lo piensa desde una perspectiva ontológica
por la cual no es sólo un estado de conciencia,
también es "inscripción en el
ser". Por esto mismo, se relaciona con un tipo
de desnudez que no es sólo corporal, es "desnudez
de nuestro ser total". La vergüenza no
deriva entonces, de la conciencia de una falta o culpa.
"Lo que aparece es precisamente
el hecho de estar clavado a sí mismo, la imposibilidad
radical de huir de sí ... la presencia irremisible
del yo ante uno mismo"
-Osvaldo Picardo
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