jueves, 27 de abril de 2017

Qué pena/ La vergüenza de no poder di-simular, fingir, ocultar el Yo-silbato

En una película muda de 1931, Chaplin está en una fiesta y se traga, por accidente, un silbato. Un cantante se dispone a cantar pero cada vez que lo intenta, es interrumpido por la tos de Chaplin, que no tose sino que silba. Emmanuel Levinas, unos años después, escribió sobre esta escena para explicar de modo ejemplar la vergüenza. Leemos:

"El silbato que se traga Charles Chaplin en Luces de la ciudad hace que aparezca el escándalo de la presencia brutal de su ser; es como un aparato registrador que permite captar las manifestaciones intermitentes de una presencia que apenas disimula el traje legendario de Charlot... Es nuestra intimidad, es decir, nuestra presencia ante nosotros mismos, lo que es vergonzoso..." 

El silbido ridículo que causa risa y escándalo no se puede esconder detrás de la ropa. Provoca la mirada de los demás y es como si estuviera desnudo en medio de la fiesta, detrás de un velo que se corre cada vez que tose. Levinas no niega que este sentimiento sea un fenómeno moral, sino que lo piensa desde una perspectiva ontológica por la cual no es sólo un estado de conciencia, también es "inscripción en el ser". Por esto mismo, se relaciona con un tipo de desnudez que no es sólo corporal, es "desnudez de nuestro ser total". La vergüenza no deriva entonces, de la conciencia de una falta o culpa. 

"Lo que aparece es precisamente el hecho de estar clavado a sí mismo, la imposibilidad radical de huir de sí ... la presencia irremisible del yo ante uno mismo"

-Osvaldo Picardo 
 

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