lunes, 24 de abril de 2017

Editorial de sanlunes/ O aquí tienen a su baboso haciendo tiempo

Un cuarto de siglo impune del PEMEXAZO en Guadalajara

-Manuel Falcón

A veinticinco años de la tragedia de Guadalajara, en el Sector Reforma, cuando estalló el colector del drenaje el 22 de abril de 1992, porque el gigantesco ducto y las tuberías de la zona se  encontraban repletos de gasolina Nova, ¿conviene aún rogarle, suplicarle, implorarle a PEMEX que nos otorgue a los tapatíos, ya no una mínima hipótesis técnica del estallido, sino una mirada de atención aunque sea de reojo, pues donde hubo fuego, cenizas quedan, o como lo formuló Pedro Infante: "Pasaste a mi lado, con gran indiferencia, tus ojos ni siquiera, voltearon hacia mí…" , para pedir una disculpa? O para cortar una flor del jardín de la paraestatal, por ejemplo, con descuento de tarifas de gasolina a los tapatíos (¿cuánta se vertió en el colector para matar a más de –cifra recortadamente oficial- trescientos ciudadanos?), precisamente ahora que, según sostienen macroexpertos en macroeconomía como macroCarstens, la empresa pública del oro negro se regodea en beneficios gracias a la Reforma Energética ¿Sería mucho pedir al Huevo de Pascua (a) José Antonio González, actual director de PEMEX,  que nos brinde una visita de cortesía a Guadalajara, aunque no declare nada 
("Te vi sin que me vieras, te hablé sin que me oyeras…") simplemente para mostrar un gesto de arrepentimiento, para hacer una guardia luctuosa?

No es por enclosetar rencores o archivar resentimientos, pero mucho se comenta en la Perla tapatía desde hace 25 años, que de haber ocurrido las mismas explosiones de PEMEX en la Ciudad de México, ya estarían las marchas de protesta hirviendo de capitalinos demandando justicia cada año desde 1992. Pero como el siniestro ocurrió "en provincia" o "en el interior de la república" (los chilangos mutantes habitan en el exterior), todos los niveles de gobierno desde entonces, se organizaron para echar en el olvido la tragedia del 22 de abril en Guadalajara. Sólo se admiten misas y responsos, rosarios y jaculatorias por los fallecidos en dicha fecha, en una ciudad que presume de tener dos altos jerarcas de la Iglesia, dos cardenales que sólo agitan las sotanas por la muerte de Posadas. Claro, el pretexto de PEMEX es que se trató de un accidente ¿Y qué caso tiene andar persiguiendo culpables involuntarios o pecadores por omisión? Pero, ¿de veras se trató de un "accidente"? Escribe el Señor de los Gatos, Carlos Monsiváis,  en su ensayo San Juanico: los hechos, las interpretaciones, las mitologías (1985): "Por más que todavía se repita, nunca se justificó el uso del término accidente, aplicado al desastre de San Juan Ixhuatepec. Lo contrario de accidente no es por fuerza sabotaje, sino negligencia institucional (descuido, corrupciones mayores o menores, olvido programado de las condiciones de seguridad, desatención de las protestas, jactancia que considera imposibles los percances de consideración, fe en el círculo de protección de inercias)".

Recuérdese que el entonces procurador de la república, Ignacio Morales Lechuga, prometió un dictamen técnico que expondría "con toda transparencia y lujo de detalles" la causa del –ese sí, de verdad- gasolinazo que voló 18 kilómetros de calles del Sector Reforma ¿Dónde quedó ese dictamen? Y aunque se nos tilde de amargados y se invoque el mantra exorcista de "ya-supérenlo",  hay que insistir en la necesidad no sólo de un duelo sino de una explicación técnica y política. O ¿por qué encubrieron y eximieron al gerente estatal y sobre todo, al director nacional de PEMEX de entonces, Francisco Rojas Gutiérrez, luego de la devastadora tragedia debida a su negligencia corrupta?  El entonces alcalde de Guadalajara, Enrique Dau, nunca debió solicitar licencia al cargo (lo que equivalía en esa época a acostarse en la piedra de los sacrificios del gran tlatoani, Carlos Salinas de Gortari) y entregarse así, como responsable único de las explosiones. Recuérdese que por las repercusiones electorales del PEMEXazo fue como ingresaron los panistas al poder: Bebeto, Opaco y Emily Reposado, fueron gobernadores, gracias a las explosiones del 22 de abril ¿Por qué dichos gobernantes del PAN nunca llamaron a cuentas a los verdaderos responsables de la tragedia del 22 de abril? ¿Por qué no denunciaron y llevaron a juicio a los  funcionarios y técnicos de la paraestatal y sus cómplices, que ya desde entonces "ordeñaban" gasolina y la arrojaban al drenaje cuando les caía auditoría? En suma, las nuevas generaciones merecen conocer los hechos de ese funesto día de Semana Santa. La verdad debe resucitar. Se habla de crear una Comisión de la Verdad del 22 de abril. Quizá no sea demasiado tarde. Susurremos a la paraestatal: "Y sin embargo sigues, unida a mi existencia, y si vivo cien años, cien años pienso en ti".

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