lunes, 10 de abril de 2017

Editorial de sanlunes/ O de la Vacación Santa

La venida del mesías Homo turisticus  
-Manuel Falcón
La ola avasallante de la secularización posibilitó que los rituales de Semana Santa y de Pascua desarrollaran históricamente sus momentos de pasión, muerte y resurrección estrictamente como culto religioso en México hasta la primera mitad del siglo XX. A partir de entonces, la resurrección del Mesías que vendría del cielo ocurrió en efecto, pero a partir de la invención del avión comercial, después de la Segunda Guerra Mundial, gracias al ingeniero de origen alemán, William Böing (agringado como Boeing). Medio de transporte masivo aerodinámico (adiós a las eternas travesías por barco) que anunció la llegada del mesiánico Homo turisticus. De repente se descubrió en nuestro país que los llamados días santos del catolicismo equivalían a los días de la pasión, muerte y resurrección del Homo turisticus. El presidente Miguel Alemán (el cachorro de la Revolución o el primer Ejecutivo no militar) inaugura en 1949, la avenida costera con su propio nombre en Acapulco (la palabra Acapulco es de origen náhuatl, compuesta por: ácatl: "caña"; pul: aumentativo y co: "lugar"; así, "lugar de las cañas grandes". Y de las cañas grandes brotaron los billetes verdes grandes, sobre todo, los dólares, mediante la zafra del turismo). Acapulco atrajo así, de inmediato a la élite internacional entonces denominada jetset (el  jet era símbolo de modernidad, velocidad, exclusividad y elegancia) al grado de que Jacqueline Bouvier y John F. Kennedy, recién casados, eligieron pasar su Luna de Miel (con todo y panal), en 1953, en Acapulco precisamente. Otra parejita acaudalada, la de los actores Richard Burton y Elizabeth Taylor "descubre" y conquista para el turismo Puerto Vallarta que inaugura con la película "La noche de la iguana" (dirigida por John Huston en 1964). Se abría la puerta a la era del Homo turisticus en su variante de Spring breaker o el tumulto de gringuitas/gringos reventados que descubren cada verano en México una naturaleza más salvaje comparada con sus aburridas ciudades urbanizadas al máximo. ¿Y los rituales religiosos de Semana Santa? Que se encierren en los templos todos aquellos hombres de poca fe que no creen en la resurrección (cada verano) del mesías Homo turisticus.

En las vacaciones de Semana Santa, el gobierno de México cierra con hipocresía sus ojitos al hecho de su configuración como Estado laico (oremos: San Benito Juárez, perdona nuestros pecados comerciales considerando que tú alguna vez recorriste con tu familia y gabinete todo el país e incluso fuiste a los EEUU, mediante una diligencia todoterreno en paquete turístico todo incluido o el primer VTP liberal de la historia). La mirada estatal y empresarial se dirige entonces al reposo del guerrero laboral, al tiempo de ocio de las clases trabajadoras, para mitigar los rigores del esclavista reloj checador. La mayoría de los mexicanos son empleados (trabajan para proyectos y tiempos ajenos) que anhelan huir, escapar, fugarse de su insoportable trabajo; por supuesto, a las horas y tiempos indicados por los dueños del reloj checador (el líder sindical es socio del dueño). Y la industria y la cultura del ocio y entretenimiento lo saben, por eso han invertido de manera entusiasta, grandes sumas de capitales en la llamada "industria sin chimeneas" o turismo masivo (como experimento impulsivo de Pavlov, la consigna es: "¡toda la perrada a las costas!"). Construyendo así, una realidad paralela o infraestructura turística bajo la apariencia de paraísos (Baudelaire, ni modo, habrá que citarte una vez más: "paraísos artificiales") que simbolizan la Naturaleza (o el cachito de Naturaleza más distante de las Zonas Monstruopolitanas) a orillas del mar o el líquido amniótico al que todos desean retornar aunque sea en Vacación Santa.

En la era digital, ya no sólo el mesías aclamado como Homo turisticus, ha desplazado los rituales religiosos estrictos de Semana Santa (ahora más bien, Vacación Santa) de la Iglesia católica, sino la realidad virtual. Las nuevas generaciones de millenials prefieren mecerse durante horas en las hamacas que tienden las redes sociales, en vez de acudir a misa a escuchar sermones soporíferos. La visita a los siete templos de los videojuegos de moda, sustituyen a las respectivas procesiones. Realidad digital y el mesiánico Homo turisticus se inscriben así, en la corriente (streaming) de ofertas de la industria turística y del entretenimiento o cultura del ocio. Es decir, no al ocio fecundo y creador; sí a reventar el cuerpo y distraer la mente con margaritas y micheladas en la costa ¿Qué más?

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