martes, 18 de abril de 2017

Don Étimo y Odebrecht/ ¿(j)Ode-qué?

Las noticias de casos de corrupción, como los chismes y los rumores, vuelan rápido. Así, se menciona ahora de manera frecuente, el caso Odebrecht. ¿A qué se refieren con dicha palabra? De entrada, es de origen alemán. Está compuesta por los términos: od ebb recht, que se traducen en español como: "flujo desde (por) la derecha". ¿Voluntad de destino conservador? Se pronuncia: ó-deb-rejt. Y Odebrecht se apellidaba Emil (en la foto), un ingeniero geodésico y cartógrafo alemán que abandonó su natal pueblito, Jacobshagen, en la región de Pomerania (ahora Dobrzani, Polonia), en 1856, debido a la oleada de desempleo causada por la introducción de maquinaria industrial en Europa. La mayoría de los germanos, con una mano delante y otra detrás, emigraron a América, principalmente hacia dos destinos: Estados Unidos (como el caso de Friedrich Drumpf, migrante que alteró su apellido primero a Trumpf y luego simplemente a Trump -abuelo del actual presidente de EEUU, Donald Trumpig) y Brasil. 
Emil Odebrecht llegó a una comunidad del sur brasileño, fundada precisamente por otro alemán: Hermann Blumenau (actual ciudad de Blumenau, en Santa Catarina; véase el mapa). Allí, Emil junto con su hijo
Emil Junior, se dedicó a la construcción de infraestructura vial (carreteras y puentes); pero fue el siguiente junior (hijo de Emil Jr.) de tercera generación, Norberto Odebrecht (1920-2014), el fundador del Grupo Odebrecht: un consorcio dedicado a las obras de ingeniería y construcción, así como a la manufactura de productos químicos y petroquímicos, por donde se ligó a Petrobras, la compañía petrolera estatal de Brasil. Fue en negocios con dicha empresa que el hijo de Norberto, ya en la cuarta generación de juniors, Marcelo Odebrecht, el 19 de junio de 2015, fue imputado en la investigación conocida como Operação Lava Jato .
El juniorzazo Marchelito marchó en marzo del 2016 derechito (od ebb recht: "flujo por la derecha") al tambo, a purgar condena de 19 años de cárcel, acusado de repartir 30 millones de dólares en sobornos (el clásico moche) a fin de verse favorecido en las licitaciones de contratos de obra pública, donde se vieron involucrados muchos funcionarios públicos de países -adviértase la globalización del ungüento de manos- como: Angola, Mozambique, Colombia, México (aquí ya saltó el nombre del ex director Emilio Lozoya, pero en PEMEX las ratas peludas se tapan unas a otras con chapopote), Panamá, Guatemala, República Dominicana, Perú, Argentina, Venezuela, Ecuador y Estados Unidos.
Marcelito Odebrecht (nación en Salvador, Bahía, en 1968) aún sin el uniforme de rayas
La saga de los germanos Odebrecht comenzó, no se olvide, en el siglo XIX, con Emil, un güerito ni-ni al que le avisaron sus paisanos que habían descubierto, al otro lado del Atlántico, un lugar paradisíaco alguna vez descubierto por los portugueses, pero con grandes oportunidades de hacerse de muchas tierras trazando mapas irregulares (Emil era cartógrafo) y construyendo caminos (Emil era también, ingeniero). La fidelidad de la familia Odebrecht a la profesión ingenieril durante cuatro generaciones, desembocó en una pandilla de prepotentes juniors depredadores de presupuestos públicos que llegaron a considerarse por encima de leyes y gobernantes a quienes vieron como sus empleados. Hasta que al junior Marcelo se le ocurrió transplantar el árbol genealógico de los Odebrecht a una prisión de Brasil, paradisíaco lugar pleno de oportunidades para invertir... el destino.

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