lunes, 17 de abril de 2017

Editorial de sanlunes/ O del Santo Arresto

Y al tercer día resucitó… la PGR
-Manuel Falcón

¿Cómo es posible que una persona graduada de la carrera de Derecho de la Universidad Iberoamericana bajo la tutela moral de los jesuitas; con una maestría en Políticas Públicas en España, bajo la tutela de (la Fundación) José Ortega y Gasset;  con un diplomado en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa bajo la tutela moral del Opus Dei;  con un doctorado en Economía por la Universidad Complutense, bajo la tutela de los catedráticos de la más antigua y prestigiosa institución de estudios superiores de Madrid; con una maestría en Gestión Pública en el Instituto Tecnológico de Monterrey bajo la tutela de los estrictos empresarios regiomontanos, cómo es posible -se insiste- que con una educación oficial y privada así, más el prestigio de haber sido gobernador de su estado natal, Javier Duarte de Ochoa, un veracruzano oriundo de Córdoba, con apenas 43 años en el momento presente (nació en 1973), se haya convertido en un delincuente perfectamente organizado -rata peluda- para trasladar todo el presupuesto público de un estado a su cuenta bancaria personal? La interrogante cimbra aun más si se tiene en cuenta que el gordo jarocho era prácticamente un junior, hijo del acaudalado ganadero Javier Duarte Franco. Pero quizá la repentina muerte de éste durante el terremoto de 1985 en la Ciudad de México (el empresario se encontraba en el Hotel Regis) y la súbita conciencia de Javier Jr. de que a partir de ese momento debía hacerse cargo de su familia, ¿lo impulsó (se autojustificó, racionalizó) a pasar al acto, a llevar a la práctica su "derecho a robar" para evitar el temible descenso de clase social? ¿Los Duarte Franco y de Ochoa clasemedieros? ¡Jamás! Primero ladrones.

Por si lo anterior fuera poco,  el ex gobernador roedor Javier, como Adán con Eva, encontró a su pareja ideal: Karime Macías en cuyos cuadernos de raya escribió planas y planas enteras cual tarea escolar, la leyenda: "sí merezco la abundancia"... por cualquier medio. Es decir, se integró un dúo especializado en el arte de saquear a la luz del día (dúo-arte o Du-arte) las arcas públicas. Sin embargo, la PGR ya  aclaró que la escribana del conjuro de la abundancia robada, la ávida esposa de Duarte, no tiene orden de aprehensión. (No se pierda la siguiente temporada de la serie: "El regreso de la cónyuge... por lo que quedó del erario veracruzano"). Para colmo, el arresto del defenestrado y vituperado ex gobernador, cayó en vacaciones de Semana Santa, cuando la mayor parte de la opinión pública anda en la baba playera buscando chelas-aunque-sea-calientes. Pero ahí están las omnipresentes redes sociales, para atrapar peces gordos y tornarlos virales. "¿De qué se ríe Duarte?", preguntan los usuarios de Facebook y Twitter que contemplan el video del arresto en Guatemala del obeso priista (expulsado del PRI, en 2016 porque, según se argumentó entonces, el ratón jarocho no sólo violó los Estatutos del Partido sino "los códigos de Ética" ¿A poco tienen varios?). Y al instante ocurrió también el linchamiento en redes "sociales" (hirviendo de perfiles tiernos) ya no sólo del ex gobernador sino también de las autoridades policíacas que lo aprehendieron. Se vertieron en cascada las teorías de la conspiración: "la PGR decidió agarrar a Duarte precisamente ahora para levantar al PRI en las encuestas rumbo a las elecciones de junio en cuatro estados". Complot de circuito cerrado: mala y sospechosa la PGR si no captura a Duarte; mala y sospechosa la PGR si captura a Duarte. O dicho de otra manera: todos los priistas son pillos y todos estaban de acuerdo en escenificar el arresto, aunque Joaquín López-Dóriga, antiguo jilguero y valet parking de Televisa, haya intentado desviar la atención apuntando al escondite de Duarte lo más lejos posible de Guatemala hacia ¡Whistler, Canadá! (de entrada quiso señalar el Polo Norte, pero el teacher se dio cuenta de que sonaría exagerado).

Haiga-sido-como-haiga-sido el aplauso por el arresto del veracruzano es general en México, pues al fin las autoridades dan señales de intentar (voluntad política) atacar la impunidad (aún falta el Duarte chihuahueño), pues con el rechoncho ex Ejecutivo cayó uno de los roedores más devastadores de los últimos tiempos (otro, Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas, ya canta ópera en Italia). Se espera por supuesto, que el caso del jarocho capturado no se cierre con sólo ponerle el uniforme de cebra al barrigón. ¿Y los periodistas asesinados durante su período? La tácita red de complicidades debe ser expuesta a la opinión pública si de veras se quiere aprovechar el efecto del golpe de justicia de parte del gobierno priista en el poder. Narcos incluidos en la trama, por supuesto, pues también participaron en el estruendoso carnaval de cleptomanía de Javier Duarte de Ochoa, el chico de la Ibero, de los alumnos del cuadro de honor famoso por robarse dicho cuadro. Lo que Natura non da Salamanca non presta.

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