jueves, 15 de agosto de 2013

¿Se perdió él... o su memoria?


¿Quién no recuerda aquel poema de Robert Graves, en el que se sueña que Alejandro el Grande no murió en Babilonia, sino que se perdió de su ejército y fue internándose en el Asia? Al cabo de vagancias por esa geografía ignorada, dio con un ejército de hombres amarillos y, como su oficio era la guerra, se alistó en sus filas. Así pasaron muchos años y en un día de paga, Alejandro miró con algún asombro una moneda de oro que le habían dado. Reconoció la efigie y pensó: yo hice acuñar esta moneda, para celebrar una victoria sobre Darío, cuando yo era Alejandro de Macedonia. (en Cuentos breves y extraordinarios compilados por Borges y Bioy)

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