La cultura machista es tacaña en la forma de usar el lenguaje, por ejemplo, al referirse a los juguitos genitales. Los efluvios masculinos reciben el contundente nombre de
semen; ¿y los femeninos? Aun cuando no existe eyaculación en la mujer, hay lubricación,
juguito-del-cariiño, pero ¿cómo se llama? Ítem más: nótese la avaricia descriptiva en términos odoríficos. El semen huele a cloro; ¿a qué huele el
juguito femenino? Riquísimo, sin embargo, no bastan adjetivos, solicítanse sustantivos con sustancia.
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