El cuarto de escuchar/La chambre d'ecoute, 1952, René Magritte
La manzana es el fruto prohibido. Deseado por prohibido o prohibido por deseado, lo cierto es que encontrarse en una habitación a solas, por fin, con la anhelada manzana, hace que la fuerza del propio deseo largamente reprimido y por lo mismo, acrecentado, sobredimensione el fruto que llena con su presencia plena toda la habitación que le queda chica y no importa. En ese momento, no hacen falta palabras: basta con escuchar los sonidos que el oscuro-objeto-del-deseo emite mediante su piel, textura, forma, color y olor cuando se está a solas (todo para mí) con la enorme presencia del fruto prohibido.
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