(1590)
¡Qué necio que era yo antaño,
aunque hogaño soy un bobo!
Mucho puede la razón,
y el tiempo no puede poco.
A fe que dijo muy bien
quien dijo que eran de corcho
cascos de caballo viejo
y cascos de galán mozo.
Serví al Amor cuatro años,
que sirviera mejor ocho
en las galeras de un turco
o en las mazmorras de un moro.
Lisonjas majaba, y celos,
que es el esparto de todos
los majaderos captivos
que se vencen de unos ojos.
De esta dura esclavitud,
(hace un año por agosto)
me redimió la merced
de un tabardillo dichoso:
a este mal debo los bienes
que en dulce libertad gozo,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco
Heme subido a Tarpeya
a ver cuál se queman otros
en tan vergonzosas llamas
que su honor volará en polvo;
y he de ser tan inhumano,
que, a quien otra vez, piadoso,
ayudara con un grito,
acudiré con un soplo.
Háganse, tontos, cenizas,
que con cenizas de tontos
discretos cuelan sus paños,
manchados, pero no rotos.
Quince meses ha que duermo,
porque ha tantos que reposo,
sobre piedras, como piedra,
sobre plumas, como plomo.
No rompen mi sueño celos,
ni pesadumbre, mi ocio,
ni serenos, mi salud,
ni mi hacienda, mal cobro.
Tengo amigos, los que bastan
para andarme siempre solo,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
Con doblados libros hago
los días de mayo, cortos,
las noches de enero, breves,
por lo lacio y por lo tosco.
Cuando ha de echarme la musa
alguna ayuda de Apolo,
desatácase el ingenio,
y algunos papeles borro
a devoción de una ausente,
a quien, ausente y devoto,
con tiernos ojos escribo
y con dulce pluma lloro.
Discreciones leo a ratos,
y necedades respondo
a tres ninfas que en el Tajo
dan al aire trenzas de oro,
y a la que ya vio Pisuerga,
la aljaba pendiente al hombro,
seguir la casta Dïana
y eclipsar su hermano rojo.
Salgo alguna vez al campo
a quitar al alma el moho,
y dar verde al pensamiento,
con que purgue sus enojos.
En mi aposento otras veces
una guitarrilla tomo,
que como barbero templo
y como bárbaro toco.
Con esto engaño las horas
de los días perezosos,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco,
Pagaba al tiempo dos deudas
que tenía tras de un torno,
mas ya ha días que a la iglesia
del desengaño me acojo,
en cuyo lugar sagrado
me ha comunicado Astolfo
todo el licor de su vidrio,
y la razón, sus antojos;
con que veo a la Fortuna,
de la fábrica de un trono,
levantar un cadahalso
para la estatua de un monstro,
y por las calles del mundo
arrastrar colas de potros
a quien de carro triunfal
se apeó en el Capitolio.
Veo pasar como humo,
afirmado, el Tiempo cojo,
sobre un cetro imperial
y sobre un cayado corvo.
Después que me conocí,
estas verdades conozco,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
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(1583)
Manda Amor en su fatiga
que se sienta y no se diga,
pero a mí más me contenta
que se diga y no se sienta.
En la ley vieja de Amor
a tantas fojas se halla
que el que más sufre y más calla,
ese librará mejor;
mas triste del amador
que, muerto a enemigas manos,
le hallaron los gusanos
secretos en la barriga.
Manda Amor en su fatiga
que se sienta y no se diga,
pero a mí más me contenta
que se diga y no se sienta.
Muy bien hará quien culpare
por necio a cualquier que fuere
que como leño sufriere
y como piedra callare;
mande Amor lo que mandare,
que yo pienso muy sin mengua
dar libertad a mi lengua,
y a sus leyes una higa.
Manda Amor en su fatiga
que se sienta y no se diga,
pero a mí más me contenta
que se diga y no se sienta.
Bien sé que me han de sacar
en el auto con mordaza,
cuando Amor sacare a plaza
delincuentes por hablar;
mas yo me pienso quejar,
en sintiéndome agraviado,
pues el mar brama alterado
cuando el viento lo fatiga.
Manda Amor en su fatiga
que se sienta y no se diga,
pero a mí más me contenta
que se diga y no se sienta.
Yo sé de algún joveneto
que tiene muy entendido
que guarda más bien Cupido
al que guarda su secreto;
y si muere el indiscreto
de amoroso torozón,
morirá sin confesión
por no culpar su enemiga.
Manda Amor en su fatiga
que se sienta y no se diga,
pero a mi más me contenta
que se diga y no se sienta.
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