lunes, 11 de marzo de 2019

Inteligencia a secas

 Psicoanálisis e inteligencia "emocional"
-Luis Roca Jusmet

Me gustaría analizar aquí la noción de inteligencia emocional desde una perspectiva psicoanalítica. No soy psicoanalista pero me parece un punto de vista interesante. Discutible pero interesante, fecundo para cuestionar una noción que se ha convertido en un tópico.
Pienso que la noción de inteligencia emocional es menos original de lo que parece. Daniel Goleman la elabora a partir de la teoría de las inteligencias múltiples de Martin Gardner. Lo que hace este último es hablar de la inteligencia interpersonal y la intrapersonal como dos de las siete inteligencias de que disponemos todos los humanos. La inteligencia intrapersonal es la capacidad de entender las nuestras emociones y controlarlas. La interpersonal es la de entender las emociones de los otros y de experimentar empatía por los otros. El planteamiento, ya de por sí confuso, queda aún más simplificado por Goleman.
En primer lugar me parece que entender las propias emociones y controlarlas son dos cosas totalmente diferentes. El control, en todo caso, no tiene que ver con la inteligencia, tiene que ver con el carácter. En cuanto a entender a los demás y sentir empatía por ellos, pasa lo mismo. Podemos llamar a la capacidad de entender las emociones del otro como inteligencia, pero la empatía tiene que ver también con el carácter. Digo esto para cuestionar ya de entrada este término de inteligencia emocional desde un planteamiento de la crítica de un sentido común no distorsionado por la ideología.
El psicoanálisis introduce una perspectiva que aún complica más la cuestión, que es la del inconsciente. Si aceptamos el inconsciente está claro que el conocimiento de uno mismo tiene un límite. Que el control depende de muchos factores : las pulsiones, el superyó... El Yo solo es un aspecto limitado de la cuestión. Es el inconsciente el que, en gran parte, determina lo que hacemos. No tiene nada que ver con la inteligencia.
Pero aquí hemos de señalar que si diferenciamos escuelas psicoanalíticas radicalmente diferentes, como la Escuela del Yo o la lacaniana, la manera de confrontarse con la inteligencia emocional es totalmente diferente. La escuela del Yo podría entenderse, ser compatible hasta cierto punto, con esta noción de inteligencia emocional. Aceptando su superficialidad, estaría de acuerdo en sus objetivos. El psicoanálisis quiere que sea el Yo el que controle nuestra vida. Donde está el ello, que esté el yo. Podríamos incluso llamar a este control inteligencia emocional.

Pero la escuela lacaniana dice lo contrario: donde esté el Yo, que esté el Ello. Para los lacanianos el Yo es una ilusión del imaginario. El control es una herencia del Ideal del Yo. Es decir que, ni desde lo imaginario ( aquella imagen de nosotros mismos con la que nos identificamos, siempre falsa) ni desde el control ( el dominio simbólico del Otro) podemos llegar a la vida que queremos. Hay que ir más allá. Lacan quiere mantener el carácter subversivo del psicoanálisis. No como subversión política ni social, sino como la negación de someterse a la norma. Esto le acercará a Michel Foucault. La normalidad es un invento moderno. Es el Ideal que hay detrás de todas las psicologías del Yo, entre las que podemos incluir la Escuela del Yo psicoanalítica o la psicología humanista en la que se enmarca la teoría de la inteligencia emocional. Se trata de que mande el Yo y éste lo hace a través del Ideal social. Ideal de la adaptación. del autocontrol a partir de los valores sociales. Es normal, es sano, el que se adapta. Y adaptarse es seguir el Ideal del Otro. 
Lacan dirá que la función del psicoanálisis es romper el dominio del Yo, que es el del Ideal que nos han inculcado, el de nuestras identificaciones imaginarias. El Yo es, finalmente, una ficción. Lo que hay más allá quizás sea indefinible. Lacan no puede, ni quizás quiere definirlo. El objeto a, el resto, lo real. La Otra escena, por utilizar el término del filósofo y psiconalista Octave Mannoni. Lo que nos singulariza. El modo propio de gozar, que dirían los lacanianos.
Lo que yo pienso es que hay que formar una estructura sólida, que es el carácter. De ello hablaban los antiguos como la manera de no dejarse esclavizar por los otros ni por las propias emociones. Pero no tiene que ver con la inteligencia. Al respecto nos hablaba también el último Foucault, cuando se refería al cuidado de sí. Pero creo también que el carácter debe abrirse a esta singularidad propia que es indefinible. Nada que ver tampoco con la inteligencia emocional. Mi conclusión es, entonces,  que el término inteligencia emocional confunde más que aclara.

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Creo que efectivamente la idea de inteligencia emocional de David Goleman no aporta nada absolutamente. Más bien creo que ha hecho sugerir que la vinculación con la gestión de esas emociones podría resultar determinante para la configuración de la personalidad. De la misma manera que M.Gardner con la idea de las inteligencias. En cualquier caso, ese término resulta peligroso en manos de la psicología gestáltica puesto que dictamina un cierto control necesario sobre la base de lo emocional. Para mí esa es la cuestión que ya autores como Pascal habían planteado y que la apropiación -y lo digo con intencionalidad- por parte de la psicología gestáltica de este concepto hoy se ha revertido en la filosofia del coach, dirigido y construido desde una base "in-sólida". El profesor Colom, de Madrid, en su artículo plantea creo con acierto la idea que sostengo http://robertocolom.blogspot.com.es/2011/05/howard-gardner.html . Tal como tú dices en el artículo el carácter (éthos) se plantea lejos de la idea de inteligencia que parece que nos convierte en una capacitación para resolver lo que debemos hacer o no hacer en base a esas pasiones o emociones ... Coincido pues con desacreditar este concepto puesto que vinculado a esa idea de la gestión capitaliza nuestro Yo personal y lo lanza hacia el terreno de una falsa autoayuda que no deviene más que autoengaño. Las emociones o las pasiones como decía Sartre deben vincularse a la fenomenología de nuestra conciencia y a la percepción que tenemos de nosotros mismos tal como el sostiene en Teoría y bosquejo de las emociones.
Salud-Xavier Alsina

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