miércoles, 27 de marzo de 2019

De extrapolar la historia y sus consecuencias

Carta de AMLO: ¿alerta para empresas españolas?

Al presidente no le gusta que las empresas españolas sean protagonistas en la construcción y operación de infraestructura en México. Es un asunto que le molesta. 

-Luis Miguel González, 27 de marzo de 2019

¿Es verdad que hay la intención de revisar con lupa las inversiones españolas en México?, preguntaban algunos de los empresarios que acompañaron al presidente Pedro Sánchez en su gira a México, a fines de enero. La preocupación se nutría de rumores sobre una supuesta lista negra de empresas que habrían estado muy cerca de los gobiernos pasados (Fox, Calderón o Peña). No está claro de dónde salió el rumor, pero éste también fue parte de la conversación entre empresarios mexicanos y españoles, en el contexto de la Feria Internacional de Turismo, en Madrid, en la tercera semana de enero.
Han pasado dos meses desde la gira de Sánchez y vienen las dos cartas de AMLO. En primera instancia no tienen nada que ver con la relación económica binacional, pero proyectan sombras. ¿Qué tal si pasamos de la revisión de la conquista de hace 500 años al juicio sumario de las inversiones españolas de los últimos años?, me comentaba, preocupado, el representante de una empresa española.
Los empresarios peninsulares deberán aprender a lidiar con el factor AMLO y esto significa incertidumbre. Podemos dar por hecho que no existe una lista negra como tal y que el gobierno sabe que necesita inversión extranjera para alcanzar las metas de crecimiento y empleo, pero... hay que tomar en cuenta algunas cosas:
A  AMLO no le gusta que BBVA Bancomer domine el mercado de servicios bancarios de México. Es una de las razones por las que simpatiza con la propuesta de crear una regulación diferenciada, que permitiría a los bancos mexicanos quitar una tajada al gigante español. Éste controla una cuarta parte del mercado mexicano. En 2018, tuvo utilidades de 52,638 millones de pesos en México (44% de las ganancias globales de BBVA).

Al presidente tampoco le gusta que las empresas españolas sean protagonistas en la construcción y operación de infraestructura en México. Es un asunto que le molesta, además, por los escándalos de corrupción que protagonizó OHL. Esta empresa dañó la reputación de sus compatriotas y dejó una huella en el imaginario de la corrupción en México, gracias a unos audios donde sus ejecutivos se jactaban de cómo hacían trampas, a costa del erario y los consumidores mexicanos. Esta compañía sirvió a los gobernantes del Estado de México y se sirvió de ellos durante tres administraciones, incluyendo la de Peña Nieto como gobernador.
Un tercer foco de tensión está en el sector eléctrico. López Obrador ha criticado que las empresas privadas fueran beneficiadas de una apertura que perjudicó a la Comisión Federal de Electricidad. No menciona a las españolas, pero la número uno de las eléctricas privadas en México es Iberdrola.
Nadie puede prever dónde parará el asunto de la carta, ni tampoco anticipar el impacto que tendrá en la relación económica bilateral. La inversión española en México supera los 62,000 millones de dólares y la mexicana en España es de 21,000 millones de euros. Para BBVA , México es 44%; para el grupo hotelero Meliá es 10%, y para Banco Sabadell, otro 10 por ciento. De Siemens Gamesa, es 9.5%, y de Banco Santander 7%, para Naturgy es 6.2%, y en el caso de Telefónica, 4.6 por ciento. Es claro que México necesita la inversión española, pero también es obvio que las empresas españolas necesitan el mercado mexicano. ¿Cómo hacer compatible el nacionalismo con la promoción de inversión extranjera?

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