viernes, 29 de marzo de 2013

¿Cómo era la cara de Jesús? Sabrá Dios

Históricamente Jesús no existió como una persona real. Jesús es un personaje literario. Ya se ha comentado aquí antes, la posibilidad de que no uno sino muchos Jesuses hubiesen competido por representar lo mejor posible el papel del Mesías prometido por los profetas del Antiguo Testamento. La persistencia y la suma de esfuerzos de todos esos judíos deseosos de ser reconocidos como el verdadero y el único Mesías, contribuyó a prefigurar el concepto y el perfil que permitió a los evangelistas crear al personaje protagonista del Nuevo Testamento: Jesús. De ahí el asombroso y significativo dato de que en ninguna parte de la Biblia se mencionen nunca las características físicas de Jesús. De ahí también que los primeros retratos del personaje lo representen como un pastorcillo joven y sin barba (véase la ilustración). No fue sino hasta el siglo VI, que se sugirió que Jesús debía llevar barba, al igual que el dios griego por excelencia, Zeus (Júpiter para los romanos) e igual que los grandes filósofos de la antgüedad. La barba le daría aspecto de sabio, pero debía seguir pareciendo joven. La figura se fue idealizando hasta llegar a nuestros días, en que Jesús se representa como un hippie de San Francisco, EEUU, o flower children de la década de los sesentas. Las dizque imágenes fotográficas de la sábana de Turín o el manto de Verónica con el cual habría enjugado la cara de Jesús, pronto se descubrieron como montajes de fotógrafos profesionales de fines del siglo XIX y principios del XX, sospechosamente italianos y ansiosos de fomentar el turismo (todos los caminos llevan a Roma) mediante la venta de estampitas y postales con el rostro auténtico de Jesucristo. 

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