sábado, 27 de febrero de 2010

Sismo para ricos y sismo para pobres

América Latina se ha abierto por dos costuras en menos de dos meses, pero la cicatriz es mucho más honda en el caso de Haití que en el de Chile. Hasta en los terremotos hay clases. Así, lo del sábado en el país de Neruda fue una tragedia. En el caso de la isla caribeña el sismo del 12 de enero, con una fuerza 900 veces menor que el que acaba de sacudir tierras chilenas, fue una catástrofe de proporciones bíblicas, que dejó tras de sí un paisaje apocalíptico: 300, 000 muertos frente a algo más de 700 en Chile, un país que no construye de manera irresponsable. Su arquitectura, como ocurre en Japón, o en el estado de California, está pensada para minimizar riesgos en caso de terremoto. El del sábado dañó infraestructura -arrancó fachadas, desnudó interiores de edificios, derrumbó algunos también-, pero no la hizo polvo como ocurrió en Haití cuyos constructores sólo construyeron con altísimas ganancias, costos mínimos y autorizaciones gestionadas mediante corrupción.
La maquinaria gubernamental del país sudamericano se accionó desde el minuto cero. En Haití, el sismo destruyó por completo el aparato de gobierno al grado de que ahora no sobrevivirá sin EEUU. La presidenta chilena saliente, Michelle Bachelet, se desplazó al instante a la zona y se volvió omnipresente desde el fin de semana. El mandatario haitiano, René Preval, tardó dos días en aparecer, después de deambular, ido, de casa en casa, con la misma ropa durante dos días. Una vez localizado, su presencia resultó más bien estorbosa -no hacía más que lamentarse- , y su gestión de la crisis, ha sido prácticamente nula.
En Chile se produjo hoy a las 3.34 de la madrugada un terremoto de 8.8 grados en la escala de Richter. Acompañado por un ruido ronco y profundo, el terremoto tuvo una duración superior a dos minutos y su epicentro se situó 63 kilómetros al suroeste de Cauquenes, unos 325 kilómetros al sur de Santiago. La causa fue el choque entre dos placas tectónicas: la de Nazca (vid) y la Sudamericana. Como se puede apreciar en el mapa, Chile queda justo entre los bordes de ambas placas que se reacomodaron y colisionaron entre sí. Viene ahora un tsunami en el Pacífico o aumento del oleaje en las costas.

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