Marcha por la Familia… de Margarita Zavala
No seguirás a la mayoría para hacer el mal,
ni testificarás en un pleito inclinándote a
la mayoría para pervertir la justicia
-Éxodo 23: 2
-Manuel Falcón
No seguirás a la mayoría para hacer el mal,
ni testificarás en un pleito inclinándote a
la mayoría para pervertir la justicia
-Éxodo 23: 2
-Manuel Falcón
¿Cuál fue el objetivo de la Marcha por la Familia azuzada
por curas? “Defender la familia”, dijeron. Pero, ¿quién la ataca? Porque nadie
en México se opone ni se ha opuesto a la existencia de familias de parejas
heterosexuales decentes que cual conejos se reproducen como Dios macho soltero
manda. Según se confirma, la mecha que prendió fuego a las sotanas del clero católico
(imagen súbita: cardenal en ardiente minifalda) fue la declaración del
presidente Peña Nieto, el pasado 17 de mayo: “en la Constitución mexicana se
debe incluir el derecho al matrimonio igualitario ‘para evitar las
restricciones injustificadas’ que actualmente impiden que personas del mismo
sexo contraigan matrimonio en la mayoría de los estados, por lo que he enviado
una iniciativa en ese sentido al Congreso”. Es decir, el presidente Peña famoso por su
impopularidad creciente, respaldó la boda gay como ya lo han hecho en la
actualidad, 19 países del mundo (Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia,
España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Noruega,
Nueva Zelanda, Portugal, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia y Uruguay). Contra él
entonces, contra el presidente de México, se organizaron las marchas del clero
católico. Las marchas no fueron entonces por defender la familia sino, en realidad, marchas anti-Peña.
¿Por qué? Es la moda. Si un empresario gringo de la calaña
de Trump puede venir a sus anchas a despeinar a Peña; si la Coordinadora de
maestros no docentes le soplan al copete un día sí y otro también; si los
periodistas le descubren casas y departamentos blancos por doquier; ¿por qué la
jerarquía católica no puede aprovechar el viaje para aporrear con incensarios a
Peña Nieto? “Tenemos el derecho a
criticar”, rugen cardenales y obispones; “nuestro deber es defender la familia”…
de Margarita Zavala. Los ensotanados ya recibieron la gracia de Dios –divino solterón
empedernido- para descubrir el milagro de la reproducción de los peces y ¡los
panistas! Así es: “¡que regrese el PAN a Los Pinos!”, aúllan a coro las monjas
fletadas en camiones de los Altos de Jalisco que engordan con su masa la marcha-manifestación
de Guadalajara. Pero la realidad real, no la celestial, es que los mexicanos
vivimos en un Estado laico. Benito Juárez sí existió y echó a la Iglesia fuera
del poder político. Por eso ahora todas las religiones se valen en nuestro
país. ¿Por qué atacar entonces con beatas acarreadas, so pretexto histérico de
que “la familia está en peligro”, al presidente priista del país? Obvio, los
curas extrañan al partido conservador: piden PAN y no les dan... tanto como le$ dieron los blanquiazules.
Por ejemplo, la Conferencia Episcopal Mexicana recuerda con
lágrimas de beatitud en sus ojitos de cocodrilo, al gobernador Emilio González
Márquez que, ebrio de poder, le entregó un cheque de 90 millones de pesos al
cardenal Juan Sandoval para que construyera Cristerolandia (vulgo, el Santuario
de los Mártires Cristeros). ¡Un templo monstruoso (“el más grande de América
Latina”, ladró en esa ocasión su Excedencia emérita) con cargo al erario y equivalente, en su estilo arquitectónico de dispendio megalomaníaco, a la Villa Patoamericana! Sin embargo,
mediante una marcha multitudinaria, sin acarreados como los del sábado, se le
recordó al entonces gobernador panista que nuestro país es gobernado por un
Estado laico (es decir, donde caben, sabiéndolas acomodar, todas las creencias:
desde fieles a los OVNIS, krishnas, aleluyas, protestantes, católicos y las maxifaldas de la Luz
del Mundo. Y a todas las mentadas religiones les corresponderían, en justicia, sendos cheques similares a los del prelado rapaz). Por ende, el cardenal Sandoval, con la cola entre las patas, tuvo
que devolver el cheque de marras, en medio de rechiflas y mentadas (que luego le
repusieron los ensarapados empresarios tapatíos mochos que invirtieron así, en su coto privado en el cielo).
Por tanto, la Iglesia católica mexicana (misógina, homofóbica,
dogmática, conspiracionista) no necesita usar a los gays como chivos
expiatorios. Nadie está atacando a “la familia”. Nadie quiere dañar a los niños
(“los homosexuales los quieren adoptar para violarlos”, difaman histéricos
mientras encubren a los sacerdotes pederastas); nadie quiere destruir “el
sacramento del matrimonio” (defendido ferozmente por curas solterones
mantenidos). Lo que el presidente de México propuso fue reconocer los derechos
de ciudadanos homosexuales que de facto ya forman parejas y ya adoptan hijos
(véase el caso de Juan Gabriel). El clero alarmista así, debe dejar de mentir y
azuzar a las amas de casa nutridas de telenovelas, y revelar su verdadero
deseo: presionar para que regrese su partido favorito a Los Pinos: el PAN.
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