El líder Enrique, no Peña sino Ochoa
-Manuel Falcón
El sorpresivo destape de Enrique Ochoa para sustituir a
Manlio como dirigente del PRI nacional, fue considerado un extraño suceso
dentro del proceso evolutivo de la selección de las especies. En efecto, del
animal político sonorense se pasó al animal michoacano a secas. ¿O alguien ya sabía
del saber y quehacer político de Enrique Ochoa? Todo fue tan precipitado que de
repente alguien dijo, dirigiéndose al entonces director de la Comisión Federal
de Electricidad, “hágase la luz”: y Ochoa Reza de inmediato fue des-cubierto por
la CTM (el fantasma de Fidel -y clones actuales- siempre fiel a la hora del
destape) como “el Hombre que necesita el Partido en esta Hora”. Es decir, hasta ese momento
nada se sabía en pasillos y comederos políticos sobre el perfil en materia de
grilla del mentado Enrique. ¿De dónde salió, dónde estaba que no se veía su
nariz? Ochoa Reza se encargó él mismo de proporcionar el dato primordial: “Colosio
fue mi padrino de Primera Comunión”, declaró ufano, mientras mostraba su
credencial del Club de Niños Exploradores del PRI.
En los tiempos actuales en que resulta escasa la materia
prima para obtener “carisma”, los liderazgos partidistas súbitos no hacen sino
reforzar la desconfianza de las masas (atrapadas y amontonadas en las redes
sociales) en los partidos políticos. No en balde la tierra parió Broncos y Kumamotos.
Porque los partidos más antiguos de México: PRI y PAN, se olvidaron de la
formación y renovación de cuadros (aunque en las oficinas del PRI aún pueden
contemplarse los retratos enmarcados de todos los líderes, de Adán a Manlio).
La designación de Enrique Ochoa así, un abogadoeconomista, técnico no rudo, sólo
puede verse como una señal de escasez de militantes veteranos con heridas de
grilla, forjados en la batalla de no salir de la nómina ni sobresalir en el
debate político público. ¿O alguien sabe cuál es el ideario (con una idea bastaría)
de Enrique Ochoa Reza? Con la elección del Estado de México encima y la de
cambio sexenal en el 2018, ¿podrá rescatar al PRI el alumno (le revisó su tesis
de licenciatura) de Videgaray?
Salvo que tenga guardada una gran sorpresa, un as bajo la
manga en forma de proyecto, propuesta o ideología, Enrique Ochoa se antoja más
bien guía de turistas (políticos, se entiende) antes que presidente del PRI.
Estremece la similitud con el perfil del Hombre de los Pinos casado con una
militante de Televisa; en el caso de Enrique, pero Ochoa, casado con Greta Rojas, ex conductora de
deportes de Azteca Noticias. ¿Se tratará acaso de una nueva clase política espectacular
(en el sentido del mundo del espectáculo) que ha llegado a desplazar a las disciplinadas
y vetustas huestes de Manlio, y a Manlio mismo? Por lo pronto, se aguardan las
repercusiones de dicho nombramiento electrizante (en el sentido de la CFE), en
la horda de militantes priistas de Jalisco dirigidas por el Coco (Marianita
estaría más cerca de Enrique, pero Ochoa; y a fin de evitar un choque
generacional, le convendría a Socorro enviarla por delante a presentarse con el
nuevo líder y llevarle un poco de carisma).
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