lunes, 25 de julio de 2016

Editorial de Sanlunes

Combustión interna, por Tjeer Royards
¿Algún embajador mexicano que le sople a la Trumpeta?
-Manuel Falcón
El eco de la estruendosa batalla por la estafeta presidencial de Estados Unidos, parece que no ha sido registrado por el radar de la diplomacia mexicana ¿O alguien ha escuchado alguna declaración, firme y enfática incluso sádica –sería deseable y lógica- de parte de Carlos Sada, embajador de nuestro país en el coloso del norte, en contra de la ametralladora verbal de Donald Trump? En efecto, el magnate gringo de melena mostaza arrancó su campaña escupiendo ladrillos contra los mexicanos y lo ha seguido haciendo durante todas sus presentaciones histéricas (no históricas, pues Rico Mac Donald nunca pasará de mera anécdota escandalosa estilo Ripley: “el único hombre en el mundo que peina su copete confeccionado con vello púbico pelirrojo”). ¿Alguien ha escuchado alguna declaración de alta envergadura diplomática no sólo de nuestro embajador en Washington sino de algún cónsul de algún pueblito perdido de Texas mínimo (el que aparece en la película “Masacre en cadena”, por ejemplo, para sintonizar con la hora de terror del momento)?
La gran tradición de diplomáticos de carrera con mucho tacto y mano izquierda (en el sentido de alta sensibilidad para la grilla dura esbozada con sonrisas y cocteles) que inauguró don Isidro Fabela, un gran político oriundo de Atlacomulco (el grupo de poder del cual emerge precisamente el copete del actual sexenio presidencial), que logró enfrentarse en 1914, en época carrancista, a la furia estadounidense, se extraña ahora en nuestros cuadros diplomáticos. ¿Claudia Ruiz Massieu, la actual Secretaria de Relaciones Exteriores, le ha topado a la Trumpeta? Es urgente y necesario que de parte de ella, los mexicanos escuchemos una protesta airada y contundente que por lo menos, nos proporcione la seguridad de que hay poder político con suficiente firmeza y dignidad en México, además de la estrategia diplomática de David en diálogo con Goliat. Da la impresión de que los altos funcionarios mexicanos de Relaciones Exteriores, aguardan con pasmoso sopor burocrático, a que gane el gringo billonario bribón, y comience a erigir el muro antiazteca, para ¡hasta entonces!, empezar a emitir notas diplomáticas y declaraciones de protesta.

Incluso de parte de los candidatos que ya despuntan para la grande en el 2018, nada hemos escuchado en contra de la retórica racista del candidato republicano de peluca mostaza. ¿O alguien le ha escuchado alguna crítica en ese sentido, a AMLO, al Bronco, a Aurelio Nuño, a Chong? Quizá nadie quiere despeinarse antes de tiempo, pero el reloj apremia, pues la amenaza antimexicana está ahora sí, a orillas del Río Bravísimo. Tan buenos que son nuestros políticos para grillarse los unos a los otros, pero cuando aparece alguien como el Trumpudo, el mismísimo masiosare, nadie está dispuesto a toparle. Claro, Vicente Fox, observarán algunos, ya incluso lo ha retado a duelo de lengua; pero, vamos, es Tribilín Fox, el exgerente de la Coca Cola, el menos digno de encarar a un empresario gringo. Hillary está ya en camino (con todo y las zancadillas de Wikileaks más la necedad de Bernie Sanders), pero la invitación es para que emerjan ya, con rugiente tono apocalíptico (mínimo), de sus lujosos despachos diplomáticos, los embajadores de Alta Escuela de Grilla mexicana, herederos de Fabela. ¿Los hay? Levanten la mano y la voz, por favor.

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