A la Musa de la pintura (*)
Lo visible y lo invisible se convocan el uno al otro: es verdad para
el ojo, que se abre y se cierra; es verdad para el mundo, donde la flor
está en la luz, y la raíz en lo oscuro; la forma se revela, pero el
deseo que la guía permanece oculto.
Umbral entre dos reinos, espejo de la pupila, kore:
aceptación y don en un movimiento imperceptible, pasaje sin reposo entre
la luz y la oscuridad, lo invisible y lo visible, la figura y la
materia, la observación y el sueño.
También la figura que fluctúa en la pupila es figuración en
movimiento y engendradora oscuridad: ahí las imágenes larvales anidan y
se esconden y se multiplican.
No la búsqueda de significado para desmentir la banalidad de lo real:
nada puede ser más vano. Es la inmediatez absoluta de la pintura –el
don de la luz a la realidad de la pupila–, que disipa todo temor, que
todo reclamo disuelve.
Una sola figura de múltiples transformaciones y rostros, kore,
pupila indecible. Kore es la pintura que emerge de la oscuridad de
Hades –tensión bajo la luz del oculto deseo–, impulsada por su propia
fuerza germinadora. Los colores son la simiente de Kore, la sustancia de
su naturaleza.
Kore en las imágenes canónicas de la tradición, en los asuntos de la
vida cotidiana, en las formas con las que revestimos, sin saberlo, las
horas; en el éxtasis de la estación que se revela, en mítico retorno.
Extraer las figuras del fondo inmemorial donde transcurren, como larvas de sueño, thin dreams,
su vida diáfana y ausente. Entregarlas a la luz. Convencerlas de
abandonar la plácida y cenagosa oscuridad. Hacer posible el color más
bello, y su materia siempre más corpórea, y así llamarlas. Encontrar los
signos justos: aprender su variedad infinita y olvidarla, para que sea
el pincel, solo, en sí, quien dé vida al color, en el momento justo. Difícil.
En el ojo y en la mano del pintor, en una pulsación de la mente
dentro y fuera de la realidad, la acción presente e inmemorial de la
pintura: recibir y dar imágenes de aquella materia espiritual que
llamamos color.
Kore, contemplación ardiente, mirada y parpadeo, musa de la pintura.
(* ) en La muchacha indecible. Mito y misterio de Kore, de Giorgio Agamben y Monica Ferrando, editorial Sexto Piso
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