Los secretos del general brigadier
-Raymundo Riva Palacio, 12 de abril de 2019
El general brigadier Luis Rodríguez Bucio, contemporáneo del general
secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, recibió dos noticias
de su viejo amigo. La mala es que no llegaría a general divisionario, y
su carrera militar acabaría después de 45 años en las Fuerzas Armadas,
al iniciar su proceso de retiro. La buena es que se haría cargo de la
comandancia suprema de la Guardia Nacional, el proyecto del presidente
Andrés Manuel López Obrador de una nueva policía civil nacional, con la
que espera vencer la inseguridad y derrotar a la delincuencia, así como
ser la fundación del principio del fin del Ejército, siguiendo el modelo
latinoamericano de Costa Rica. El presidente nombró al recomendado del
general Sandoval, que ha establecido una relación de profunda cercanía
profesional con López Obrador, y ungió a un hombre educado en la Escuela
de Las Américas, de nefasta memoria.
El general brigadier Rodríguez Bucio tenía siete años de haber
ingresado al Ejército cuando en 1980, el entonces teniente del 2º
Batallón de Infantería del Cuerpo de Guardias Presidenciales, parte del
extinto Estado Mayor Presidencial, que era el responsable directo de la
seguridad del presidente, de Los Pinos y de todas las instalaciones
estratégicas que rodeaban la vieja residencia oficial, fue despachado a
Panamá. Fue a capacitarse a Fort Gullick, donde originalmente había
estado el muy desconocido 8vo. Grupo de Fuerzas Especiales de Estados
Unidos, que realizaba intervenciones en América Latina, y que albergó y
entrenó a la unidad militar boliviana que cazó y mató a Ernesto Che Guevara en 1967.
Cuando llegó a Fort Gullick el teniente Rodríguez Bucio, ese grupo de
Fuerzas Especiales ya había sido desactivado, y sus instalaciones -hoy
convertidas en un Hotel Meliá-, albergaban al 3er. Batallón
Aerotransportado del 7º Grupo de Fuerzas Especiales, y a la Escuela de
Las Américas, por donde pasaron 11 dictadores de América Latina, entre
los que figuraron Jorge Rafael Videla, el jefe de la junta militar que
desapareció a 35 mil argentinos, el guatemalteco Efraín Gómez Montt,
clasificado como "genocida" por una comisión de la ONU, y el panameño
Manuel Antonio Noriega, que trabajaba con el Cártel de Medellín y la
CIA, así como Manuel Contreras, el jefe de Inteligencia de los primeros
años del régimen de Augusto Pinochet, el jefe de los escuadrones de la
muerte salvadoreños, Roberto D’Abuissson, y Vladimiro Montesinos, el
asesor criminal del presidente peruano Alberto Fujimori. Esa escuela
estaba especializada en operaciones de contra inteligencia y técnicas de
tortura.
Su paso por la Escuela de Las Américas no se encuentra mencionada en
el currículum que difundió la Presidencia del general brigadier, pero no
es la única omisión. Hay lagunas en su carrera militar, admitidas como
momentos no relevantes, pero sí hay otros puntos en su hoja de servicios
difundida, que tiene imprecisiones o, definitivamente, ocultamientos.
Una imprecisión es que donde la Presidencia señala que fue director del
área de Operaciones Especiales de la Policía Federal de 1990 a 2000,
pero este cuerpo no existió hasta 2009. En realidad, como dice la hoja
de servicios sin precisar fechas, de 1994 a 1999 coordinó los grupos
interinstitucionales del CISEN. Sin embargo, la Presidencia dice que el
cargo era en el ámbito de la seguridad pública, cuando en realidad era
de seguridad nacional.
Rodríguez Bucio se especializó en grupos armados -legado de sus
enseñanzas en Fort Gullick-, y narcotráfico. Antes de llegar al CISEN
fue subjefe del Estado Mayor de la Fuerza de Tarea Marte, que combatía
el narcotráfico y erradicaba plantíos de enervantes en el Triángulo
Dorado -donde se juntan Sinaloa, Durango y Chihuahua-, cuyos detalles se
mantienen secretos porque la Secretaría de la Defensa se ha negado a
darlos a conocer pese a la instrucción del INAI que entregue información
sobre la estrategia de combate al narcotráfico en esa zona desde 1967.
Ese mismo tipo de tareas realizó en la 4ª. Región Militar, con sede
en Monterrey, de 2001 a 2013, donde estaba a cargo de operaciones contra
el narcotráfico en Nuevo León, Tamaulipas y San Luis Potosí. En esos
años rompió el Cártel del Golfo y Los Zetas, que se extendieron hacia el
sur de Tamaulipas y San Luis Potosí, y los hermanos Beltrán Leyva,
primero como parte del Cártel del Pacífico y luego como una organización
independiente, controlaban Monterrey. Años después, en esa región
militar también estuvo comisionado el actual secretario de la Defensa,
el general Sandoval.
Durante ese periodo, como sucedió antes con el CISEN, el general
brigadier tuvo otras tareas no aclaradas en el currículum de la
Presidencia. De agosto de 2003 a septiembre de 2004 fue comandante del
2º Batallón de Fuerzas Especiales al mando de las operaciones contra el
narcotráfico en el Triángulo Dorado, y en 2006, fue trasladado al Estado
Mayor de la Defensa Nacional como jefe fundador del Grupo de Análisis e
Información de Narcotráfico, que sustituyó al Centro de Inteligencia
Antinarcóticos, al desaparecerlo por la infiltración del narcotráfico.
Ahí remplazó al entonces coronel Roberto Aguilera Olivera, de quien era
subalterno, y que solicitó su retiro tras una investigación interna
-nunca judicializada- donde presumían vínculos con el Cártel del
Pacífico, luego de que una serie de fugas de información impidieron la
captura de Joaquín El Chapo Guzmán en la Sierra de Durango.
Aguilera Olivera fue enviado como agravado militar a Argentina y
Rodríguez Bucio salió de ese organismo en medio de una sorda
controversia hacia la entonces República Federal Alemana como agregado
militar.
Rodríguez Bucio tenía una carrera que lo llevaba al cargo de
secretario, que su amigo el general Sandoval cortó. Pero le entregó al
presidente López Obrador un militar experimentado, con mando de tropa, y
entrenado para cualquier eventualidad, como los fantasmas y puntos
negros en su hoja de servicios lo demuestran.
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