-Manuel Falcón
Un fantasma
recorre el mundo, el del populismo. Tal corriente adictiva se define, en rigor,
como movimiento de masas jineteado por un líder carismático que posee La Verdad.
Y dicha Verdad brota de una única fuente (música de fondo con caracteres místicos de Revelación): el pueblo. ¿Qué es el pueblo? Se define a gusto del líder y la hora que se le antoje. Mas a dicha Verdad se subordinan en automático todas las
demás verdades: las fake news de los medios de comunicación; y los mensajes y proclamas de las
instituciones oficiales gubernamentales y privadas que sólo buscan mentir y engañar al
pueblo. De ahí que el populismo sea por esencia, simplista, reduccionista y maniqueo. Así, toda la complejidad de la política (al pueblo no sólo hay que subestimarlo sino iluminarlo didácticamente) se reduce a
dos bandos: los Buenos, los que están del lado del líder carismático que ipso facto queda incluido en el perímetro del pueblo; y los
Malos: quienes no son 'pueblo' porque no siguen al líder o están contra él. Gracias a dicha visión maniquea
triunfó Donaldrástico Trumpig en Estados Unidos; gracias a dicha forma de entender
la política, en el Reino Unido votaron por abandonar la Unión Europea; gracias
a semejante reduccionismo del ejercicio del poder, Nicolás Maduro ha convertido
su régimen en Venezuela en una dictadura
chafa. El líder populista necesita inventarse (como el niño que inventa el
Coco y luego le tiene miedo) un enemigo: el neoliberalismo; el imperialismo yanqui; la burguesía financiera de Wall Street;
la mafia en el poder; los medios de comunicación; los migrantes; los musulmanes; la aborrecida clase política convencional, etcétera.
¿Cómo escapar
al populismo? ¿Cómo evitar quedar de repente convertido en un Walker (en el sentido de la serie Walking Dead ) que va por mera inercia, en
romería, detrás del líder carismático? Las elecciones en Francia parecen señalar una dirección: el centro del espectro político como opción. Entendido
el centro no como una Tercera Vía (ya se ha visto el espejismo de tal postura o que responda Luis Echeverría por su Universidad del Tercer Mundo)
ni como forma neutra que huye de los conflictos o los minimiza. La posición política
de centro significa ejercer el poder con realismo y pragmatismo, con severidad
administrativa y enfoque en los servicios públicos; en suma, el centro busca la
eficacia técnica y política.
Ser eficaz como político es entonces el objetivo; y no es político quien se autoproclama vocero del pueblo y extrae de su sombrero utopías o boletos de retorno a paraísos
perdidos, transformación de conversos mediante un proceso de purificación -supervisado y autorizado por el líder carismático- en pueblo o miembro del bando de los Buenos. "Todo es corrupción", exclama el líder
populista, "pero, arrepiéntete, deja todo, sígueme y quedarás purificado". Para
las masas infantilizadas, la imagen de una figura paterna puede verse como
salvación; pero, para eso están las religiones. Y tanto en Francia como en
México, por cierto, el Estado es laico.
Colofón: la apuesta desencantada pero eficaz, es por el centro. Y para las elecciones de 2018 en México, tal posición quizá no provenga de ningún partido sino de un ciudadano común y corriente.
Colofón: la apuesta desencantada pero eficaz, es por el centro. Y para las elecciones de 2018 en México, tal posición quizá no provenga de ningún partido sino de un ciudadano común y corriente.
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