-Manuel Falcón
¿Por qué el resultado de las elecciones del Estado de México
pronostica el resultado de la elección presidencial del próximo año? La
respuesta consta de una sola palabra: centralismo. Debido a la centralización
del poder político que anuda históricamente el anterior Detritus
Federal u ombligo del país (los chilangos de pura cepa son
criaturas mutantes oriundas de la CDMX), el Estado de México
(o EDOMEX) es también considerado parte del ombligo del mundo
(mexicano, se
entiende). De ahí los reflectores mediáticos tan intensos sobre las
elecciones
en dicho estado cuya capital es Toluca de Lerdo, sede del Grupo Atlacomulco
(exclusivo
club de Alta Grilla al cual pertenece Peña Nieto) y cuenta con 16
millones
de habitantes. Sin embargo, adviértase la sobresaliente indiferencia,
incluso
desconocimiento, de los habitantes de los demás estados de la república, dicho sea desde
Jalisco incluido, acerca de incidentes, aventuras, desventuras y vicisitudes de los candidatos
mexiquenses en
campaña; aun más, nótese la falta de interés –fuera de la CDMX y Edomex-
y
dificultad para reconocer nombres y biografías (grillografías) de
los
mismísmos candidatos a la gubernatura edomexiquense. Por más que medios (y
locutores) convencionales nacionales (es decir, de la capital chilanga)
dediquen sus transmisiones de manera preponderante a las elecciones del Estado
de México con la finalidad obsesivo-compulsiva de descifrar las intenciones de
Juan Zepeda (who?) en relación con
Delfina (who?) a favor de quien
declinó Óscar González (who?), a
quienes se enfrenta la candidata independiente María Teresa Castell de Oro (who?); por
más que se televisen y radioemitan a nivel nacional entrevistas
con Josefina Vázquez Mota (la Yoko Ono panista nacida-para-perder) y
Alfredo Del Mazo Maza (el junior político cabeza-de-cotonete), el desinterés del resto del
mundo (mexicano, se entiende)
es palmario y proverbial.
También en Jalisco, por ejemplo, se realizarán elecciones
para gobernador el próximo año y sin embargo, los medios convencionales nacionales
(esto es, chilangos), no muestran la misma obsesión compulsiva por averiguar a
detalle, con pelos y señales, quiénes podrían presentarse, además de Alfaro, como candidatos al cetro de Jalisco. ¿Por qué
la falta de interés de los locutores nacionales (tan solícitos cuando se
trata de hechos de sangre o policíacos "al interior de la república", verbigracia: "asesinan
a otro periodista"/ "atrapan a otro narco"). ¿Será porque aquí en Jalisco sólo
somos 8 millones de habitantes, la mitad de Edomex y por tanto, no somos muestra
representativa –a diferencia del ombligo del mundo CDMX-EDOMEX- como para
proferir augurios nacionales? En cualquier caso, el asunto es emblemático y
representa el grave problema de representatividad de los líderes políticos
nacionales. O ¿de veras el Panal, el Partido Encuentro Social (sic), Morena, el PRD,
el PRI, el PAN, el PVEM, el PT representan los intereses de todo el país? Fuera
del mentado ombligo del mundo (mexicano, vamos) ¿a quién representan los
líderes de dichos partidos? ¿Se siente la gente de provincia (masas dándole
vuelta al sombrero detrás de un cactus) verdaderamente representada por algún
político nacional? ¿Cuál o cuáles? En provincia existirá en todo
caso la
tendencia fóbica del anti-voto; es decir, el antipanismo, el
antipriismo, el
antiamlo, el anti-partidos-políticos, el anti-urna ("me autoboto: nunca
voto"); pero rara vez, aparecerá el voto positivo,
afirmativo, concienzudo, razonado. Como en la religión del futbol (dicho
sea lo
anterior mientras se redacta el presente artículo, cuando cien mil
personas en
extravagante ritual, aúllan febrilmente -¡rolen chelas!- loas a
favor del humilde pastor Vergara y su rebaño de chivas), en la era de
las redes sociales, la política y
las elecciones serán cada vez más, asunto de jinetear estratégicamente a
las masas (usuario por usuario no funciona: hay que ir por colmenas de
usuarios). Nada de hilar
fino, cero matices, en política se trata de elegir entre dos equipos
(como si
dijéramos Chivas-Tigres): los Buenos contra los Malos. El discurso
político
simplificado al máximo, transmutado en discurso religioso. La lucha por
el poder metamorfoseada en
lucha por la salvación de almas puras y condena de las corrompidas.
La magia del joder contra la mafia del poder. Lo cual produce atmósferas
peligrosas, nubarrones de violencia, enfrentamiento, encono, de olor a
pólvora que augura guerra civil. ¿Nos salvarán los matices?El hecho de que las elecciones del próximo 4 de junio en el Estado de México (aunque también en Nayarit, Coahuila y Veracruz) sean consideradas, por el ombligo del mundo (CDMX-EDOMEX), la clave profética de las elecciones presidenciales, es una forma violenta del poder político y mediático nacional (medios chilangos) de mostrar indiferencia centrífuga por los demás estados del interior de la república que defienden su identidad y relevancia atrincherados en las redes sociales. Edomex desaparecería como oráculo si en las elecciones presidenciales se implementa una segunda vuelta, de esa manera se escaparía de las dicotomías también violentas: o el malo o el menos malo.
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