martes, 20 de octubre de 2015

Éxtasis

 Vuelo de brujas, 1797, Francisco de Goya (amplíese la imagen)
Tres brujas que padecieron amagos de la Inquisición, que las rapó para estigmatizarlas y encima, les colocó cucuruchos en señal de arrepentimiento, después de ser liberadas, decidieron continuar con mayor intensidad sus prácticas. Goya las estampa en medio de un ritual nocturno. Al hombre que acudió a consultarlas, las brujas le prescribieron una ceremonia catártica, liberadora. Así, una vez que desnudaron al sujeto, ellas se despojaron de sus ropas hasta quedar en fondos (verde, amarillo y rosa). Y mediante toqueteos y besuqueos las tres excitan al consultante que es elevado por los aires a fin de que pierda literalmente, la gravedad; de forma que su problema, crisis, conflicto o dolor, pierda peso. Lo cual surte efecto, pues el hombre afloja el cuerpo, pende sonriente y se deja transportar por las hechiceras que saben que Eros, ya liberado, es fuente de energía, de vitalidad, de alegría. En cambio, debajo, a ras de tierra, se advierte a los amigos que acompañaron al atribulado compadre a consulta con las hechiceras. Ambos se hallan presas del pánico y se protegen como pueden, pues aun cuando se abstuvieron de probar la pócima propiciadora, no ignoran la fuerza de atracción de la ceremonia tri-brujeril. De manera que uno, pecho a tierra, se cubre el rostro, no quiere ver, lucha con su deseo de participar en la ceremonia, al menos como voyeur; mientras que el otro, apresura el paso cubierto con una manta blanca, pues llueven fluidos corporales gozosos, y en medio del silencio de la noche profunda, resuenan gemidos, risas, chasquidos de lengua y susurros indescifrables. El asno más abajo, aguarda a su amo que flota extático; la condición bestial no le impide sentir el furor que invade la atmósfera.

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