martes, 20 de octubre de 2015

Don Étimo en aquelarre


 El aquelarre, 1797, Goya  (amplíese)
La palabra aquelarre revela su origen vasco con la rechinante doble erre. Así, el vocablo éuskaro está compuesto por los términos aker (macho cabrío, cabrón) y larre (prado, jardín). Es decir, aquelarre es 'el prado del cabrón': allí donde según cuenta la leyenda, brujas del siglo XVII, en noches de luna creciente, en cierta cueva de Zugarramurdi, recóndito lugar de la región de Navarra, España, se reunían para conversar y departir a carcajadas con el Diablo, el Gran Cabrón, de cuya voz de gruta profunda brotaban conjuros y recetas de pócimas sustanciosas y espesas que hervían a fuego lento en vastos calderos. En el lienzo, Goya acusa a las brujas de ofrecer al Macho Cabrío, literalmente, a los hijos recién paridos, los frutos de su vientre; o dicho en clave de metáfora, el pintor cadaqués, narra cómo las hechiceras se entregaban gozosas por completo hasta las entrañas, cogían con el Cabrón (chivo gigante, experto en artes de la lujuria) de manera... entrañable.

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