Todos los asentamientos humanos sufren impactos cada día. Lo habitual en el mundo desarrollado es que sean pequeñas interrupciones en el suministro de agua o electricidad, huelgas que afectan al comercio o al transporte público, averías o los propios trabajos de mantenimiento que generan molestias a los usuarios. Otras veces, la ciudad experimenta crisis y desastres como inundaciones o tormentas que comportan pérdidas económicas y, en el peor de los casos, daños a las personas (...) En un mundo globalizado, en el que todas las sociedades sufren las consecuencias de la falta de capacidad para protegerse de los desastres que las amenazan, es el momento de dar un paso más hacia la resiliencia.
(resumen de artículo publicado en ELPAÍS, 22 may 015, por:
Maíta Fernández-Armesto, coordinadora del Programa de ciudades resilientes de ONU Hábitat en España; y Gemma Noguera, especialista en comunicación del Programa de ciudades resilientes de ONU Habitat en España.)
Maíta Fernández-Armesto, coordinadora del Programa de ciudades resilientes de ONU Hábitat en España; y Gemma Noguera, especialista en comunicación del Programa de ciudades resilientes de ONU Habitat en España.)
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