En el enigmático mundo de la comunicación no verbal aparece la siguiente cita de Sigmund
Freud (1905) :
"Quien tiene ojos para ver y oídos para escuchar puede convencerse de que
ningún mortal es capaz de guardar un secreto. Si bien sus labios permanecen silenciosos,
parlotea con la punta de los dedos; el secreto se le escapa por cada poro. Y así resulta
posible cumplir con la tarea de hacer consciente los repliegues más ocultos de la mente".
La comunicación no verbal es capaz de revelar en mayor medida lo que permanece invisible.
El cuerpo es un regalo del lenguaje, sabe más de lo que dice, pues el cuerpo tiene historia y memoria propia. Así, la dinámica corporal (la kinesis o cinesis) y los
gestos de un ser humano proporcionan abundantes pistas sobre la persona.
En ocasiones se produce incongruencia entre lo verbal y lo no verbal, cuando se descubre una falta de correspondencia entre la mueca facial (cuando se está al borde del llanto, por ejemplo) y lo que se intenta contradecir con palabras ("no estoy llorando, me siento bien, no pasa nada, no me hagas caso") .
Lo que evidencia la necesidad de prestar mayor
atención a la compleja comunicación gestual, corporal, a los movimientos incontrolados (un continuo parpadeo o giros oculares constantes para evitar la mirada fija, arritmia respiratoria, tic de taparse la boca o la nariz, morderse los labios o las uñas, ajustarse de manera constante los lentes, el reloj, el pelo, la ropa, etcétera), en suma, leer el mensaje más allá de las palabras.
La regla fundamental del psicoanálisis es la invitación del
analista al paciente para que "diga todo lo que le pase por la mente en este momento"; sin embargo, cuando el paciente prefiere mantenerse en silencio, las manifestaciones y expresiones no verbales retomarán el significado (los movimientos corporales se tornan significantes), el vacío que en apariencia abre el mutismo y que el
analista deberá escuchar ahora con resonancia afectiva (hacerse eco de las señales no verbales que piden empatía o simpatía), lo que el paciente transmite por otras vías más allá de la sintaxis oral.
-Sara Oxenstein
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