lunes, 6 de octubre de 2014

Paseíllo

La última corrida, 2000, Miquel Barceló  
En monólogo melancólica y anacrónicamente circular cual plaza de toros, el comentarista radiofónico de "la fiesta taurina" se enfrenta valeroso al tedio, alega consigo mismo y se trenza en debate con fantasmas que él también se inventa; en ese sentido, dicho locutor contiene el repertorio completo de la tauromaquia: él es el público en los tendidos, el torero y el buey al mismo tiempo. Al final corta oreja y rabo de su propio cuerpo y se despide del ruedo a hombros. Sus hombros por supuesto. Un éxito.

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