lunes, 14 de marzo de 2022

  La política del escupitajo

-Jesús Silva-Herzog Márquez

No hay freno al impulso presidencial. Apenas unos minutos después de haber leído la declaración del Parlamento Europeo, sin más ayuda que la del camorrista que atiza sus furias todas las mañanas, el Presidente lanzó un escupitajo transatlántico. Sin duda, el pronunciamiento de los eurodiputados era severo. Pero no faltaba a la verdad, ni se apartaban de una tradición. ¿Es falso que México sea un país peligroso para ejercer el periodismo? ¿Puede negarse que la estigmatización es una forma de hostigamiento a la prensa? Es falso que esa asamblea multinacional abra apenas la boca contra López Obrador. Ha denunciado antes el feminicidio en México, la violencia desatada en el gobierno de Felipe Calderón y el crimen de Ayotzinapa durante el sexenio anterior. Pensar que la vigencia de los derechos humanos es asunto solamente de los Estados nacionales es no haberse percatado de lo que ha ocurrido en las últimas décadas en el mundo en ese ámbito. 

Había muchas formas de contestar al pronunciamiento aprobado por abrumadora mayoría en Estrasburgo. Podría haberse contestado puntualmente con un informe de los casos que motivaban la preocupación de los eurodiputados, se podía haber expuesto la línea de la estrategia gubernamental y los éxitos que a su juicio ha cosechado. Podía haberse escogido el silencio. Se eligió el escupitajo. El Jefe del Estado mexicano respondió con insultos al órgano representativo de la Unión Europea. El cuestionamiento mismo era una ofensa inaceptable. Una intromisión agraviante. Quienes nos cuestionan son ignorantes, son muñecos al servicio de siniestros intereses, primitivos colonialistas que promueven un golpe de Estado. Todo eso compuesto con las quince frases de su hermético universo gramatical. 

El exabrupto tiene el camino libre porque se ha destruido a la administración. La Secretaría de Relaciones Exteriores es hoy solamente una cáscara al servicio de un ambicioso. Es una oficina encargada, sin duda, de muchas labores: entrega pasaportes, gestiona traslados, negocia vacunas. Será el rappi de la presidencia, pero no tiene voz en la formulación de la política exterior. No es, tal vez, ninguna excepción. ¿Qué figura del gabinete presidencial cuenta de veras? En el gobierno de López Obrador no hay espacio para ninguna voz que desentone con el himno presidencial. Tal vez no hemos puesto suficiente atención en ese espacio de la vida pública. Hemos hablado del embate a las organizaciones autónomas, el hostigamiento a los periodistas, el desprecio de las organizaciones de la sociedad civil. No hemos reparado en que la política lopezobradorista ha ido socavando esa administración pública que describe con animadversión thatcheriana. El “elefante reumático” es eso para él: un obstáculo a su voluntad. Una lógica que discrepa de esa simpleza vehemente que es, para él, la política. Por eso el servicio público es un fastidio que advierte que todo proyecto debe respetar ciertas reglas, que hay restricciones reales, que hay instituciones que han de coordinarse, que existen legítimos intereses en conflicto y que las cosas cuestan. De ahí su convicción de que la experiencia, la formación profesional, el conocimiento técnico son, en realidad, vicios en un gobierno popular. Importa la lealtad al “proyecto,“ no la competencia, ha dicho. Saber economía es hacer la lista del mercado, ser ingeniero petrolero es perforar la tierra con un popote, legislar es publicar intenciones en el diario oficial. La lealtad de los incompetentes se complementa a la perfección con la indignidad de los capaces. 

El escupitajo no solamente ha puesto en evidencia a ese ímpetu sin barandal. También ha retratado graciosamente los extremos de la adulación. Esa descarga de flemas fue convertida de pronto en agua de patria. Cuando los simpatizantes del Presidente leyeron ese texto rabioso y cargado de improperios reaccionaron con incredulidad. Lo creyeron un infundio. El Presidente no podría respaldar tal comunicado. En cuanto el Presidente confirmó su autoría y lo leyó como si fuera un manifiesto del honor nacional, los mismos que lo descalificaban lo encontraron súbitamente admirable. ¡Con estos escupitajos auténticos y dignos se siembra la nueva diplomacia del mundo!, dijo con admirable sentido cómico, un Senador de Morena.

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