La política es una zona de antagonismos
irreductibles, un territorio de polémicas que no se pueden suturar. Esta
concepción que se fundamenta a partir de Freud (El malestar en la cultura), respeta los hechos de la realidad, admite la inevitable heterogeneidad
social y subjetiva, entiende la riqueza de ciertos modos de la
conflictividad y permite sofocar la violencia constitutiva de lo humano.
El antagonismo no es la condición de la violencia sino, a la
inversa, es la transformación de la violencia en tanto le da forma, presencia, expresión y vías de resolución. La violencia, en todo caso, se despliega cuando prevalece la tendencia a suprimir el antagonismo. (...)
-Sebastián Plut
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