Sostiene siempre en las manos
la bandeja con la cabeza
de Juan, y de mirarla
y de besarla nunca cesa.
Pues la amó. La Biblia
nada dice acerca de esto.
Pero entre el pueblo circula
siempre fresca la noticia.
Si no, no se explicaría
tal deseo de la dama.
¿Puede ansiar una mujer
la cabeza de quien no ama?
-Heinrich Heine
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