En el país de las alegorías
Salomé siempre danza,
ante el tiarado Herodes, eternamente.
Y la cabeza de Juan el Bautista,
ante quien tiemblan los leones,
cae al hachazo. Sangre llueve.
Pues la rosa sexual al entreabrirse
conmueve todo lo que existe,
con su efluvio carnal
y con su enigma espiritual.
-Rubén Darío
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