lunes, 7 de noviembre de 2016

Editorial de Sanlunes/ O del voto gringo en el imaginario tenochca

Mitos sobre las elecciones gringas

Mas si osare estropajo enemigo/
profanar con su muro tu suelo (...)

-Manuel Falcón
El resultado de la elección presidencial de Estados Unidos sacudirá a México. No sólo en materia económica sino social (de obtener el triunfo la Trumpeta nos regresará millones de paisanos, puestos de tacos y burritos incluidos); en cuanto a las repercusiones políticas, ya podrá irse sobando con anticipación el presidente Peña si gana Hillary. De más está decir que los mexicanos perciben la grilla gringa con lentes distorsionados por el ADN priista (piensa, oh, patria querida, que el cielo de Plutarco, un priista en cada hijo te dio) con el que han nacido –mal que les pese- todas las generaciones de nuestra historia desde 1928. Aun la oposición actual se define a partir de su relación respecto del PRI, el gran referente. De ahí nuestra visión cargada de mitos a partir de concebir la política desde la truculencia, la conspiracionitis, los dedazos, con villanos estelares, mesías de sí mismos, candidatos-más-ciudadanos-que-el-ciudadano-de-a-pie, solicitudes súbitas de licencia-para-la-fuga y en suma, juegos oscuros de poder a lo Game of Thrones (o en rigor, House of Cards) con que percibimos las elecciones de Estados Unidos, el ejercicio electoral de que hace gala cada cuatro años, la primer potencia del mundo con la cual, nosotros, humildes vecinos de a veinte pesos, sostenemos -desde tiempos del productor del Himno Nacional, Antonio López de Santa Anna- una relación de amor/admiración-odio/repulsión).  
 ¿Cuáles son dichos mitos mexicanos sobre las elecciones estadounidenses?
1.      Tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata son de derecha; es decir, ambos son institutos políticos conservadores. Por ende, ya sea que gane Trump ya sea que triunfe Hillary, será lo mismo para los mexicanos porque siempre, el presidente del coloso del Norte, se levanta todas las mañanas pensando en cómo joder a México. Lo anterior no es verdad. En realidad, a nuestras humildes biografías tenochcas les iría mucho mejor con Hillary en la Casa Blanca; y nos convendría más el Partido Demócrata (el más antiguo del mundo, vigente desde 1828) en el poder, por su idiosincrasia liberal y defensa de los derechos de las minorías. Hillary se involucró precisamente en política para conseguir (el sueño de toda hija que ha visto sufrir a su padre) lo que su admirado papá, Hugh E. Rodham, hijo británico de mineros del carbón, no logró: triunfar en la política estadunidense. En cuanto a la extraordinaria fuerza de voluntad, Hillary la aprendió de su madre Dorothy (que fue niña abandonada por sus padres y, a pesar de ello, trabajadora, sola, desde los catorce años), lo que le ha servido para crecerse al castigo y desprecio de un sistema patriarcal machista, que considera a la mujer sólo como dama de compañía (la Primera Damita zonza, como esposa a cargo del DIF) y de preferencia, guapa (como Jackie Kennedy; o ahora, como la serbia Melania- la gold digger o cazafortunas que "en buena hora" –ha de pensar por las noches con el Donaldo bofo roncando ruidosamente al lado- "atrapé al millonario neoyorkino boquirroto al que me basta sólo con peinarle el estropajo naranja para subirle el ego").
2.      Hillary es una bruja corrupta que -de acuerdo con la fuente del máximo troll conspiracionista de YouTube, Alex Jones- debe ser encarcelada de por vida por sus "crímenes" en compañía de Bill (Bonnie and Clyde en la fantasía republicana) y por la masacre-en-cadena de sus e-mails. Para los millenials candorosos, el candidato demócrata ideal, el "bueno", era el ruquito cascarrabias Bernie Sanders porque proponía la "revolución socialista norteamericana" (sic se vale soñar: Bernie vestido de Campanita). Lo anterior no es verdad. Aquí conviene rescatar el concepto de género, tan llevado, tan raído y tergiversado por feministas avergonzadas de ser confundidas con machorras. Hillary es odiada por los machos gringos y extranjeros, igual que odian a la canciller Angela Merkel, pues los hombres no soportan a una mujer con poder, que para colmo no está al servicio de un hombre ¡ni es guapa! sino que exhibe una imagen de tía regañona. Pero las minorías de la Unión Americana: afroamericanos e hispanos; mujeres (por las que Hillary defiende la interrupción del embarazo como decisión íntima de ellas) y el colectivo LGBTT, serán las más protegidas y favorecidas si gana Hillary (y al contrario, será a las que peor les irá con el Donalduck)
3.      Si gana el Donaldrástico, todos los mexicanos bad-hombres regresarán gustosos a México por su propio pie, marchando en fila india encabezados por el líder panista, Ricardo Anaya. No es verdad: la Trumpeta apocalíptica deportará a los paisanos en vagones de ganado como hicieron los nazis con los judíos ¿Cómo es posible semejante atrocidad contra los derechos humanos en pleno siglo XXI? El monstruo naranja está ahí, no hay que olvidarlo, porque es un “ciudadano independiente”... de la clase política: tan odiada por la moda de los millenials que están en contra del lenguaje de lo “políticamente correcto”. Pues lo correcto ahora es insultar, hacer bullying, solazarse en muestras de racismo y sexismo (grab by the pussy!... a Giuliani).
4.      Si gana Hillary, el exsecretario de Hacienda (exclamando “sorry, sorry, excuse me”, paso a paso), Videgaray, ya podrá irse disfrazando de Mónica Lewinsky para servir durante un año, de interno becario bajo las órdenes del Primer Caballero, Bill Clinton. No comments.
5.      El único que podría enfrentar a un presidente temperamental ultra-Trumpetero, sería un presidente mexicano temperamental ultra-AMLO. Pero resulta que el tabasqueño chilango carece de conocimientos y experiencia en el terreno de Relaciones Exteriores; encima de que su visión del mundo en relación con México, se quedó en la era estatista del “milagro económico”, durante la Segunda Guerra Mundial, con la sustitución de importaciones. AMLO aparte, se ha desgastado tanto en la grilla nacional (cual voyeurista enfocado exclusivamente en Los Pinos) que no se ha dado tiempo para conocer mundo; no podría ubicar en el mapa, por ejemplo, la ciudad de Alepo. Peor aún: AMLO no habla ni lee inglés (al Trump le diría “Jonald”). Por no hablar de la enorme paciencia diplomática que se requiere -como la de Obama que no la tiene ni AMLO- para tratar con EEUU: pobres ellos, tan cerca de México y tan lejos de la Virgen de Guadalupe.
6.      El imperialismo yanqui está en decadencia: China y Rusia lo van a sustituir. Lo mejor es aprender el idioma chino-mandarín con algo de ruso (estilo macho Putin). Lo anterior no es verdad: Estados Unidos podrá tener competidores comerciales que todo lo copian y asimilan (los chinos ya están clonando con bambú el Pentágono); o verse asediados en la grilla internacional por el nuevo zar Vladímir; pero en realidad,  Rusia apenas se está reponiendo del desmoronamiento del régimen soviético; y mientras el hormiguero chino siga siendo una dictadura de partido único que repudia la democracia, por muchos perfumes y vestidos patito calcados de las marcas de lujo originales, nunca levantarán cabeza. Hoy por hoy, los Estados Unidos son y seguirán siendo aún por mucho tiempo, la primer democracia y potencia económica innovadora del mundo. Y al humilde vecindario mexicano más le vale hacerse a la idea de sostener una buena e inteligente relación diplomática con dicha potencia (¡que Peña deje ya de colocar amigochos y parientes ignorantes en embajada y consulados!).

7.      La elección de Hillary está arreglada (o como se diría en México: “está planchada”). Rigged!, ladra Drumpf. Lo anterior no es verdad salvo que la inminente elección se tache aún con criterios marxistas trasnochados, de "democracia burguesa". Al revés: los gringos tardan tanto en el proceso electoral porque echan mil y un candados (y ahora, contraseñas a prueba de hackers, Assanges y Snowdens) para asegurar la transparencia de las elecciones. Por cierto, Lorenzo Córdova, presidente consejero del INE, estará allá en la Unión Americana, el martes 8 de noviembre en calidad de "observador". Ojalá observe y aprenda algo sobre cómo transitar próximamente nuestro sexenio en 2018 sin sobresaltos.

Mitos aparte, Hillary debe ganar si México quiere sobrevivir con el agua al cuello a mitad del Río Bravo.

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