martes, 3 de noviembre de 2015

¿Lapsus? O "¡No entiendo por qué tanta pizza por casarte!"/ O "Ni cuenta me había dado de que tenías orejas tan grandes; digo, ojeras"

Lapsus es un término del latín que puede traducirse como 'resbalón' (acción de deslizarse, tropezar, derrapar, error, caída). El concepto se refiere al lapso de tiempo (pueden ser segundos) en que la memoria falla y surge así, la equivocación o la falla, por un aparente "descuido" de la conciencia alerta que por algún motivo (de tipo emocional) baja momentáneamente la guardia y permite que se cuele, por entre las grietas del pensamiento estructurado, un mensaje proveniente de las profundidades del inconsciente.  
Ejemplos: "Disculpa, querida esposa, que confundí tu nombre con el de mi secretaria, pero es que como las veo a diario a ambas, pero tú no eres guapa -digo, fea- como ella";  "Damas y caballeros, como bien sentenció el Benemérito: entre los individuos como entre los naciones, el respeto al botín ajeno es la paz"; "Mi madre, que bien sabes cuánto te aprecia cuando estás sobrio, guardó tu bisoñé en el refrigerador porque creyó que era un postre"; "Gracias a la gran capacidad de estulticia de todos los mexicanos y mexicanas, México está a pie, quiero decir, de pie" ; "Cuando yo muera quiero que me enceren" (por 'incineren'); "Los declaro marido y mujer hasta que la suerte los separe" (por 'la muerte'); "Tu hijo sacó tu misma nariz de gancho, digo, de ancho".
Suele entenderse entonces, que un lapsus es un acto fallido, es decir, un mensaje que falla y expresa algo diferente o contrario a aquello que quería expresar intencionalmente el sujeto. El lapsus, en ese sentido, puede ser una manifestación verbal (lapsus linguae), escrita (lapsus calami), un gesto o una acción. 
Entre los lapsus linguae más frecuentes se encuentra el de sustitución que consiste, como su nombre indica, en que se usa un vocablo en lugar de otro que se parece en cuanto a pronunciación, pero que tiene un significado totalmente diferente: "Ay, vecina, este 2 de noviembre, en cuanto te recuperes de tu catarata, te invito a mi casa para que veas el altar de tuertos que monté en la cochera".
Para Sigmund Freud, el lapsus se produce cuando la palabra o frase que la persona quiere decir entra en conflicto con una invisible, pero fuerte carga emotiva, traumática, turbadora, conflictiva o dolorosa, para la conciencia alerta. 
Pese a que el acto fallido queda expuesto en su propia manifestación: "¡Qué bueno que rebajaste: has vuelto a ser la marrana, digo, la Mariana de antes!", comprender el por qué del lapsus puede resultar complicado, ya que la explicación no es asequible a nivel consciente, pues la conciencia alerta mantiene resguardadas las puertas de acceso a los deseos, sueños y pulsiones eróticas más intensas que subyacen, cual ductos subterráneos, bajo las palabras con las que nos comunicamos. "Siempre supe, querida prima, que tú de grande serías una gran cicatriz, quiero decir, actriz".

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