martes, 13 de febrero de 2018

El relato mítico de Andrómeda

Perseo acude a salvar a Andrómeda, 1865, Émile Bin
Presumiendo Casiopea de ser tan bella como las nereidas, provocó la furia de Poseidón, que decidió inundar la Tierra y enviar al monstruo marino Ceto para que acabase con los hombres y con el ganado. Cefeo, esposo de Casiopea, con quien engendró a su hija Andrómeda, sabía por el oráculo de Amón, cuál era la única solución: entregar a su hija como ofrenda al monstruo. Para ello, la dejó desnuda, ataviada con unas joyas, encadenada a una roca. Perseo, que tras matar a Medusa había recibido como obsequio de las Náyades unas sandalias aladas, vio a Andrómeda presa y al instante, se enamoró de ella. Después de pedir la mano de la joven a cambio de acabar con el monstruo, Perseo, con la cabeza de Medusa -que convertía en piedra a quien la mirase a los ojos-, acabó con el monstruo acuático Ceto al que convirtió en arrecife de coral. Acto seguido, Perseo, que intentó de inmediato desposar a Andrómeda, descubrió otro impedimento: el príncipe Fineo a quien Casiopea, la madre de Andrómeda, había prometido ya la mano de su hija. Perseo entonces tuvo que luchar contra el novio formal y su séquito. De nuevo usó la cabeza de Medusa para petrificar al celoso y a su banda. Y ya apaciguadas las pasiones, procedió a casarse con la tan deseada, intercambiada y angustiada Andrómeda.
 Perseo se deshace del prometido de Andrómeda, 1766, Hugues Taraval (amplíese)

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