martes, 31 de mayo de 2016

Antes del 7, el 1: pecado

Antes de reflexionar sobre los "7 pecados capitales", así numéricamente codificados en el año 590, por el papa Gregorio Magno (convencionalmente hasta entonces eran ocho, pero el Pontífice prefirió suprimir "la tristeza"), conviene apuntar que la noción de pecado es una concepto nuevo que elaboró el cristianismo e introdujo (desgarradura psíquica y costo social violento, de por medio) en la cultura occidental; incluso construyó la palabra que le correspondía en latín: peccatum, que pasó al español como 'pecado' (en inglés: sin) con el significado de "falta, error", ergo: "delito". Así, el pecado es la falta que transgrede una norma, precepto, u orden de conducta o pensamiento dictada generalmente por una institución social: ya sea padre, madre, profesor, Dios, juez o "reglamento de moral y buenas costumbres". Transgredir, cometer un pecado, fallar, produce sentimiento de culpa (o necesidad de autocastigo). La conciencia de culpa, según Freud, es sobre todo, una "angustia social", que es en realidad, una angustia frente a la pérdida de amor, la cual, por cierto, emerge a edad muy temprana en la persona cuando verbigracia, es sorprendida por los progenitores realizando un acto prohibido, del cual se demandará (derivará) castigo... para no perder el amor: "ya no lo vuelvo a hacer; ya me voy a portar bien". Cuando la persona es adulta, el castigo corre a cargo del juez o el jurado que ha sustituido la voz de los padres y se ha introyectado e instalado como dispositivo de autoflagelación en la conciencia bajo la forma de Superyó (que exige autoritaria, militarmente, a cualquier costo, alcanzar un Yo ideal, no real ). De ahí el desequilibrio psíquico que origina el concepto de pecado, el esfuerzo que ha de realizar el Yo real para mantener a raya al Superyó que no cesa de ladrar y, a la vez, no ceder a los impulsos de fuga hacia adelante: embotando los sentidos, alcoholizándose, reventándose, viajando sin ton ni son, para acallar al mentado Superyó: "pecador, estás en falta, fallaste, qué decepción, mereces castigo..."

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