martes, 9 de febrero de 2016

Apuntes sobre "el llamado de la vocación"/ O qué o quién llama

Durante mucho tiempo sólo existieron dos vocaciones posibles: la vocación religiosa y la vocación médica. En las tribus primitivas, ambas coincidían generalmente. No existían otras vocaciones diferentes a éstas y las otras actividades que desempeñaban, tanto el hombre como la mujer, estaban ya decididas y organizadas previamente, por usos y costumbres sociales. En la actualidad y en términos generales, parece que el poder seguir el "llamado vocacional" es en cierto sentido un privilegio de la clase media y esto debido a la influencia que ha tenido la enseñanza pública gratuita. En todo caso, es una situación que depende de lo social. En términos más específicos, podemos decir que si una persona desea seguir una vocación que sea muy especial, depende lógicamente del tipo de sociedad y de que haya una necesidad social para que pueda asumir tal o cual "rol". La identificación ha jugado también un papel muy importante. Lo que haya sido el padre o figuras parentales similares, influía mucho en la vocación del joven, pero hoy puede decirse que además influyen factores internos de suma importancia.
(...) Vocación es un llamado. Marañón nos habla de la vocación sacerdotal y de la médica como las dos únicas vocaciones auténticas. En la religiosa se supone que quien llama es "Dios", pero en un nivel psíquico más profundo, el "quién llama" es algo mucho más complejo. Pues quien llama es más bien un objeto interno necesitado (o uno externo necesitado y destruido) que llama a la persona para que le ayude. Así, quien llama puede ser el Super-yo o el objeto dañado mismo. Incluso llama el niño mismo, el niño que uno ha sido, y que sigue exigiendo ayuda, reparación, alimento, cariño, etcétera. Lo cual lleva a preguntarnos por el concepto de "mundo interno". Este mundo tiene diversas partes: a) el niño que hemos sido; b) el niño que hubiésemos querido haber sido, esto es, todo un mundo muy complejo de fantasías infantiles; c) los objetos (en sentido psicológico) con los cuales hemos tenido contacto desde el primer momento de nuestra vida. Dichos objetos o personas han quedado incorporadas, en la fantasía, a ese mundo interno fantástico. Y es precisamente entre las partes de dicho mundo que surge "el quién llama a quién" para ser reparado.
(...)
Analíticamente se habla de una necesidad de reparar a estos objetos-personas que en la fantasía fueron atacados y destruidos en una primera época. Habría una Reparación que viene de la época en la cual el niño atacó y destruyó sus primeros objetos y a los cuales pretende reparar en forma mágica y omnipotente e irreal. 

-Marie Langer

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