martes, 16 de noviembre de 2021

Incensaria

LA DANZA DEL INCIENSO
Música de Luigini
Como una estrofa de silencio, avante,
se retorció una ráfaga de incienso
violando el pliegue de los cortinajes,
altamente caídos en silencio.

 
La danza hecha mujer, surgió: en sus manos
el rito hecho incensario, dócilmente,
desdoblaba versículos sagrados
en la sagrada combustión doliente.

 
La mujer hecha danza, viste en oro;
va de la testa al torso áureo tocado austero.
Y pasea en un círculo, el tesoro
sacerdotal, suntuoso, de su cuerpo.
(La escena envuelta en gasas tiene todo
lo silencioso que hay en la tarde y en los
— Templos.)

 Sentada ante el incienso que se arquea,
la suplicante hindú pronuncia el ruego:   

" Fecúndanos, Señor, mi vientre sea
como orilla del Ganges: maternal, bajo el beso
— de fuego."

 
Torna la danza en cincelados tiempos,
pero insistiendo en ángulos rituales,
en que los dedos muéstranse tan tensos
que se dirían muertos de piedades.

 
Es el instante en que el misterio invade
al músculo potente y poseído,
por ese movimiento que persuade
del milagro de Agni, hecho de ritmo.

 
Es el instante en que los brazaletes
al encogerse el bíceps se ensañan en la carne,
y entonces la sonrisa felinos dientes muestra
en un lúgubre gesto amenazante

 
Y sigue el incensario la otra danza,
la impalpable y sutil del humeante aroma,  

y parece que eleva una esperanza
en un juego de alas de paloma.
La divina danzante en su traje de oro
estricto al cuerpo, toma el incensario,

y se va extrañamente como algo que es de oro,
como algo que es de incienso y torna a su
— sagrario.

 

-Carlos Pellicer 

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