Coacción
Las mañaneras buscan intimidar, pero sobre todo procuran conducir la conversación
-Luis Rubio,REF, 1 ago 2021
"La
obsesión por silenciar a otros es tan vieja como la necesidad de
expresarse", afirma Eric Berkowitz* en un extraordinario estudio sobre
la censura. El gobierno mexicano postrevolucionario se pasó casi un
siglo suprimiendo la libertad de expresión, haciendo toda clase de
esfuerzos por censurar a los medios, controlar la conversación e impedir
que entraran al país "ideas peligrosas" que pudiesen poner en
entredicho la legitimidad de los gobiernos emanados de la revolución.
Como bien apunta este autor, la censura no anula la expresión que
molesta al gobernante, sino que la transfiere a otros medios, creando
"mercados negros" saturados de discusión, información, desinformación,
teorías conspirativas y una infinidad de chistes y memes. Sintomático de
nuestro tiempo es el hecho de que los chistes sobre el presidente han
renacido, justo como ocurría en los setenta.
El
asunto de la libertad de expresión polariza a la sociedad mexicana.
Para algunos, comenzando por el presidente, hoy se respira un ambiente
de libertad sin igual. Y, claro, no hay duda alguna de que el presidente
López Obrador emplea y explota su púlpito con plena libertad. Para
otros, sin embargo, la forma de conducirse del presidente no es otra
cosa que una permanente intimidación hacia quienes él denomina
"adversarios".
El presidente López Obrador no es un paladín de la libertad de expresión, pero su verdadero objetivo es el control de la narrativa. Sus mañaneras buscan intimidar, pero sobre todo procuran conducir la conversación, informar a sus seguidores, establecer la legitimidad (e ilegitimidad) de los asuntos que le importan y construir una hegemonía ideológica. Muy en el espíritu de los setenta, pretende que es posible abstraer la discusión nacional de lo que ocurre en otras latitudes o que la información que él produce y manipula es la única posible. El problema no es que pueda lograrlo, sino que tiene a su alcance (y emplea) instrumentos de coerción y extorsión que fácilmente pueden convertirse en frenos efectivos a la libertad de expresión.
En
un intercambio al inicio de la revolución rusa, Lenin preguntaba: "¿Por
qué habríamos de molestarnos en responderle a Kautsky?... Él debería
respondernos a nosotros y luego tendríamos que responderle a su
respuesta. No habría fin a eso. Sería suficiente anunciar que Kautsky es
un traidor a la clase obrera y todo mundo entendería de inmediato". Esa
es la manera del gobierno: intimidar. Quizá efectiva para el control,
pero ciertamente no para el progreso.
* Dangerous Ideas
No hay comentarios:
Publicar un comentario