Había que oírlos: repitiendo datos y argumentos, sin lógica ni
fundamento, para defender su reforma eléctrica. No sé si se lo creían,
pero solían terminar con el mantra del gurú: es para proteger la
soberanía nacional.
El concepto de "soberanía nacional" es inútil
en esta materia. La inversión para no depender del gas de Texas no la
pueden pagar ni Pemex ni CFE. El relevante es el de seguridad
energética, la cual se consigue con suficiente capacidad de
almacenamiento de gas y gasolina, diversas fuentes de energía, mejores
líneas de transmisión y distribución, una buena regulación y capacidad
de extraer el gas en yacimientos no convencionales ubicados en el
noreste de México, similares a los de Texas. Todo ello estaba previsto
en la reforma eliminada. Todo fue cancelado por el gobierno de AMLO
desde el día uno de su gobierno.
No hay un país en el mundo que
siga un modelo como el ahora escogido por nuestro gobierno, que consiste
en conectar primero a la red eléctrica a las plantas más caras,
propiedad de una ineficaz empresa estatal. Ningún país prefiere usar
combustóleo a energías limpias. No hay un solo experto reconocido en el
mundo que recomiende ese camino. Pero es el que le gusta a AMLO.
Así,
sin un diagnóstico de los costos e implicaciones de la reforma, a
contracorriente de la tendencia mundial de hacer más limpia la matriz
energética, con el riesgo de no tener la energía eléctrica que el país
requiere, sabiendo que se viola la Constitución (lo había dicho la
Suprema Corte con medidas reglamentarias dictadas por la Sener,
idénticas a esta reforma) y violatorio de lo firmado en el T-MEC, la
aplanadora morenista no hizo caso de un solo argumento del parlamento
abierto. Fue mero show.
Trabajar para AMLO es aceptar su
voluntad. Si él quiere un trenecito que dé la vuelta a la península de
Yucatán, a construirlo. Si AMLO defiende a un presunto violador, mejor
olvidar el agravio. Si le preocupa la seguridad del palacio donde vive, a
construir un muro nunca antes visto. A AMLO no le gusta que le lleven
la contra, ni en público ni en privado.
Quien decide sin
restricciones termina atascado en proyectos ridículos. Le pasó a Perón,
cuando un charlatán, el austriaco Ronald Richter (ligado con el
ingeniero nazi Kurt Tank), lo convenció de que se podía llegar a la
energía nuclear mediante la fusión nuclear controlada. Le montaron todo
un laboratorio en Bariloche. Un fracaso monumental.
Nadie se
atreve a decirle al rey que está desnudo. Muchos saben que no trae ropa,
aunque más de uno le cree y está convencido de la superioridad moral e
intelectual de su líder. El caricaturista El Fisgón resumió así esta
postura: "Con Andrés Manuel me pasa con mucha frecuencia que no estoy de
acuerdo con cosas que dice. Pero ahora, mi reflejo es preguntarme:
'¿Qué es lo que no estoy entendiendo?'. Y sí, me doy cuenta de que con
mucha frecuencia, a la larga, él tiene razón, y esto lo ves a la larga".
Que
la gente le crea no legitima nada. Cerca del 75 por ciento de los
republicanos cree que a Trump le hicieron fraude en la última elección.
Para
evitar el gobierno de un solo hombre las democracias contemplan la
división de poderes. Y también un espacio de racionalidad técnica para
la toma de decisiones complejas, que no pueden depender del capricho de
una persona.
En México esto no existe más. El Congreso hace lo
que AMLO le pide. Saben que la reforma energética es inconstitucional,
pero esperan que, cuando el tema llegue a la Corte, ya cuenten con un
tercio de ministros leales a AMLO capaz de validarla.
De la
racionalidad técnica ni hablemos. Para este gobierno es signo de
perversión moral buscar a los mejores expertos para hacer análisis
sofisticados sobre cuál es la decisión óptima. Para qué, si ya hay quien
tiene la razón, tarde o temprano: el líder y fundador del culto, el
señor Presidente.
domingo, 7 de marzo de 2021
El culto - Carlos Elizondo Mayer-Serra
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario