lunes, 2 de diciembre de 2019

Mantener el consenso

La trampa del discurso
-Raymundo Riva Palacio

La mentira diaria es parte del estilo para mantener el consenso. López Obrador es políticamente liberal en el discurso, pero profundamente conservador en los hechos. Su política de transferir recursos directamente a la gente es lo más alejado a una visión progresista y de izquierda. Es el ideal de los neoliberales, donde la reducción del papel del gobierno en la vida diaria es fundamental para el modelo. Milton Friedman, premio Nobel de Economía y padre de la Escuela de Chicago, donde la tecnocracia –que critica López Obrador– fue llevada a un nivel superior, propuso en los 50 el "cupón educativo", donde, como en los programas sociales actuales, se transfería directamente el dinero a los padres para que escogieran las escuelas de sus hijos. La diferencia es que en aquél modelo había supervisión del gasto; en el del Presidente, no la hay, lo que abre las puertas a la corrupción.
La corrupción, precisamente, es la otra trampa del discurso. El mensaje que amartilla su aparato de propaganda es que la falta de crecimiento y desarrollo estaba totalmente asociada con el dinero que se embolsaban en el viejo régimen, que ha demolido, no resuelve la contradicción de por qué sin ese sistema putrefacto, donde todos robaban, el país está hoy peor que hace un año en términos económicos. Si ya no se roban nada, porque López Obrador aseguró hace unos días que la corrupción se había erradicado, por qué se crece a cero por ciento –de más de 2% el año pasado–, se desplomó la construcción, aumentó el desempleo, hay menos consumo, la producción industrial disminuyó, y la actividad económica en general viene en retroceso. Si la corrupción se acabó debería haber más dinero. ¿Por qué entonces hay menos? Si se cortó la sangría, ¿por qué los recursos no alcanzan?
Por desvío de dinero para fines electorales, que se puede discutir a partir de otra actitud regresiva que lo caracteriza: la opacidad. La principal herramienta para combatir la corrupción es la transparencia. La mayor urticaria que tiene López Obrador desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de México es la transparencia. Hay un asalto y hostigamiento sistemático a los órganos de transparencia y anticorrupción para ser desacreditados, mientras va remplazando a sus titulares por sus empleados. En el discurso, quienes pueden representar un contrapeso o lo critican, son denunciados como corruptos que reaccionan ante la pérdida de privilegios. La maquinaria propagandística de Palacio Nacional, trabaja para martillar el adoctrinamiento. (...)

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