La trampa del discurso
-Raymundo Riva Palacio
La mentira diaria
es parte del estilo para mantener el consenso. López Obrador es
políticamente liberal en el discurso, pero profundamente conservador en
los hechos. Su política de transferir recursos directamente a la gente
es lo más alejado a una visión progresista y de izquierda. Es el ideal
de los neoliberales, donde la reducción del papel del gobierno en la
vida diaria es fundamental para el modelo. Milton Friedman, premio Nobel
de Economía y padre de la Escuela de Chicago, donde la tecnocracia –que
critica López Obrador– fue llevada a un nivel superior, propuso en los
50 el "cupón educativo", donde, como en los programas sociales actuales,
se transfería directamente el dinero a los padres para que escogieran
las escuelas de sus hijos. La diferencia es que en aquél modelo había
supervisión del gasto; en el del Presidente, no la hay, lo que abre las
puertas a la corrupción.
La
corrupción, precisamente, es la otra trampa del discurso. El mensaje
que amartilla su aparato de propaganda es que la falta de crecimiento y
desarrollo estaba totalmente asociada con el dinero que se embolsaban en
el viejo régimen, que ha demolido, no resuelve la contradicción de por
qué sin ese sistema putrefacto, donde todos robaban, el país está hoy
peor que hace un año en términos económicos. Si ya no se roban nada,
porque López Obrador aseguró hace unos días que la corrupción se había
erradicado, por qué se crece a cero por ciento –de más de 2% el año
pasado–, se desplomó la construcción, aumentó el desempleo, hay menos
consumo, la producción industrial disminuyó, y la actividad económica en
general viene en retroceso. Si la corrupción se acabó debería haber más
dinero. ¿Por qué entonces hay menos? Si se cortó la sangría, ¿por qué
los recursos no alcanzan?Por desvío de dinero para fines electorales, que se puede discutir a partir de otra actitud regresiva que lo caracteriza: la opacidad. La principal herramienta para combatir la corrupción es la transparencia. La mayor urticaria que tiene López Obrador desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de México es la transparencia. Hay un asalto y hostigamiento sistemático a los órganos de transparencia y anticorrupción para ser desacreditados, mientras va remplazando a sus titulares por sus empleados. En el discurso, quienes pueden representar un contrapeso o lo critican, son denunciados como corruptos que reaccionan ante la pérdida de privilegios. La maquinaria propagandística de Palacio Nacional, trabaja para martillar el adoctrinamiento. (...)
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