Córax de Siracusa y
Tisias (s. V a. C.)
-José Antonio Hernández Guerrero y María del Carmen García Tejera
Progresivamente, y a medida en que aumentó el conocimiento del lenguaje como instrumento, se fue echando de menos un conjunto organizado de reglas prácticas, formuladas a partir del examen de los usos más aceptados y más eficaces. El nacimiento de la Retórica está unido también al descubrimiento y al reconocimiento del valor cognoscitivo y educativo de la reflexión sobre la lengua (Mortara Garavelli, 1991: 19). El primer manual de Retórica apareció en Sicilia durante el segundo cuarto del siglo V a. C.
Según una tradición recogida por Aristóteles, Cicerón y Quintiliano, sabemos que Empédocles de Agrigento fue el padre de la Retórica y Córax de Siracusa, el primer autor de un texto escrito. Su obra apareció aproximadamente el año 476 a. C.
Los tiranos de Siracusa, Gelón y su sucesor Gerón, en los primeros decenios del siglo V a. C., llevaron a cabo expropiaciones masivas de terrenos en favor de los soldados mercenarios. Tras los alzamientos de Agrigento y de Siracusa, se desposeyó del poder al tirano Trasíbulo, se estableció una forma de democracia y se iniciaron múltiples procesos para devolver las propiedades confiscadas durante el régimen despótico. Aunque la mayoría de los litigantes sabía atacar y defenderse con eficacia y con precisión instintivas, pronto se advirtió la necesidad de un "manual" que ofreciera, de forma clara y sistematizada, unas técnicas sencillas de argumentación y unos métodos prácticos de debate.
El "arte" que Córax elaboró se proponía ayudar a los ciudadanos ordinarios a defender sus demandas en los tribunales. En aquella situación, al no ser posible presentar pruebas documentales para demostrar la veracidad de las reclamaciones, los discursos tuvieron que apoyarse en argumentos de probabilidad y de verosimilitud. El principio fundamental era el siguiente: más vale lo que parece verdad que lo que es verdad. La "verdad" que no es creíble, difícilmente es aceptada. El discurso retórico no trata de formular principios teóricos ni de establecer verdades abstractas sino de favorecer una "certeza" que, como es sabido, es un estado de ánimo subjetivo.
La principal contribución de Córax, conocido sobre todo por su doctrina de la "probabilidad general", fue, quizás, su división de las partes del discurso judicial:
-el "proemio", destinado a captar la atención y la benevolencia de los miembros del jurado;
-la "narración", en la que se presentan los hechos con claridad y concisión;
-la "argumentación", (que abarca la confirmación y la refutación), en la que se presentan las pruebas;
- la "digresión", que ilustra el caso y lo sitúa en un plano general; y
-la "peroración" o "epílogo", en la que se resume la cuestión del litigio y se procura provocar la emoción de los miembros del jurado. Esta organización fue el punto de partida de la posterior teoría retórica.
Aunque existen referencias en Platón, en Aristóteles, en Cicerón y en Quintiliano sobre el papel que juegan Córax y su discípulo Tisias en la formulación de la teoría retórica, ninguna de sus obras ha llegado hasta nosotros. Las citas dispersas que sobre sus ideas encontramos en diferentes autores, nos muestran que su teoría concernía exclusivamente a la Retórica de los tribunales y que escribió algunos discursos judiciales para que otros los pronunciaran.
A pesar de que ninguna de sus obras haya llegado hasta nosotros, se acepta que Córax y Tisias contribuyeron positivamente a la sistematización de los preceptos retóricos. Este último compuso un Arte (Téchne) en el que explicaba la técnica del eikós ("argumento de probabilidad") que hace creíble lo probable, y en el que recomendaba varias fórmulas prácticas para exponer los hechos y para presentar las pruebas.
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