-El País/ Isabel Ferrer, Rafa de Miguel y Antonia Laborde / La Haya / 4 oct 2018
Occidente ha lanzado este jueves una ofensiva contra el espionaje ruso, al que
responsabiliza de una oleada de ciberataques a escala global que persigue desestabilizar a los países atacados. Holanda denunció que los servicios secretos militares del Kremlin (GRU) intentaron sin éxito penetrar en el sistema informático de la Organización contra la Proliferación de las Armas Químicas en La Haya, mientras EE UU acusó a siete supuestos espías rusos de piratear firmas de control de dopaje. El Gobierno británico señaló al GRU como autor de múltiples ciberataques lanzados entre 2015 y 2017.
La contraofensiva occidental empezó con la denuncia de las autoridades británicas. En cuestión de horas se sumaron las holandesas y las estadounidenses. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha instado este jueves a Rusia a cesar en su comportamiento "temerario" y ha reclamado a Moscú que abandone "el uso de la fuerza contra sus vecinos", los intentos de interferir en procesos electorales de otros Estados y las "campañas de desinformación generalizadas", informa Lluís Pellicer desde Bruselas. El Kremlin acusó en respuesta a Holanda de participar en una "campaña propagandística" contra Rusia y le reprochó haber esperado casi seis meses para informar de la expulsión de cuatro rusos con el fin de influir en la sesión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) que comienza el próximo martes, informa Pilar Bonet desde Moscú.
Los servicios secretos holandeses han develado este jueves los pormenores de una operación de contraespionaje llevada a cabo entre el 11 y el 13 del pasado abril, y que permitió desbaratar, con ayuda del Reino Unido, un ataque informático dirigido contra la OPAQ. Los autores del asalto son cuatro espías militares rusos, que trataron de introducirse en la red de comunicaciones del organismo con sede en La Haya. En ese momento, sus expertos investigaban la naturaleza de las sustancias utilizadas en dos supuestos ataques con armas químicas: el perpetrado ese mismo mes contra la ciudad siria de Duma, y el sufrido en marzo por el exespía ruso Serguéi Skripal y su hija, Yulia, en la ciudad británica de Salisbury. Los agentes rusos formaban parte del Departamento Central de Inteligencia ruso conocido por sus siglas como GRU ( Glavnoye Razvedyvatel'noye Upravleniye ) y fueron expulsados.
"Se trataba de una operación de contraespionaje, y hemos creído que sería más efectivo hacerla pública que arrestarles. Queremos demostrar que ni nosotros, ni nuestros aliados, toleraremos este tipo de agresiones", ha dicho Ank Bijleveld-Schouten, ministra holandesa de Defensa, en una rueda de prensa insólita. La acompañaba el general Onno Eichelsheim, jefe de los servicios secretos militares del país, una figura que no suele compartir en público detalles de su trabajo. Esta vez, sin embargo, ha dado los nombres y apellidos de los agentes deportados: Aleksei Morenets, Evgenii Serebriakov, Oleg Sotnikov y Alexei Minin.
El cuarteto llegó a Holanda con pasaporte diplomático el pasado 10 de abril, y hasta el día 13, momento en que fueron interceptados, prepararon e intentaron un ataque cibernético contra la OPAQ. Las declaraciones del general holandés permiten reconstruir lo ocurrido casi al minuto. Dada su relación con el espionaje ruso, los viajeros fueron seguidos por el contraespionaje holandés desde que llegaron al aeropuerto de Ámsterdam (Schiphol). "Les recibió un funcionario de la embajada rusa y luego se instalaron en el hotel contiguo a la OPAQ. En las fotos tomadas por nuestros agentes, se les puede ver junto a la sede de este organismo. El día 13, pasaron a la acción, y estacionaron un auto Citroën C3 junto a la reja de hierro que separa ambos edificios", según Eichelsheim. Durante la jornada, la OPAQ "tuvo problemas en sus redes informáticas internas, aunque no llegaron a ser infectadas".
Una vez comprobada la situación, las autoridades holandesas detuvieron a los cuatro ciudadanos rusos. Al abrir la cajuela del auto, estratégicamente estacionado, "vimos que había dentro una batería para alimentar las computadoras y demás aparatos utilizados para perpetrar el ataque; también varias antenas". Y además: "intentaron destruir sus teléfonos celulares, pero sin éxito", sigue el militar holandés. Llevaban asimismo 20 mil euros y otros 20 mil dólares en efectivo, "cifras que no suelen encajar con unas vacaciones". En la laptop de Serebriakov, "había datos que indicaban un intento de asalto a la oficina de la Fiscalía General del Estado de Malasia, y de la policía, que colaboran en la investigación internacional sobre la catástrofe aérea del vuelo MH17 ".
Con la expulsión de Holanda se frustró un viaje posterior, a Suiza. Estaba previsto para el pasado 17 de abril "cuando un laboratorio de dicho país analizaba, a instancias de la OPAQ, una serie de sustancias químicas", ha asegurado Eichelsheim. ¿Iban detrás del gas nervioso usado en el envenenamiento de los Skripal?, le han preguntado. "Nunca se sabe", ha contestado, en su lugar, Peter Wilson, embajador británico en Holanda. "Pero Serguéi Lavrov, ministro ruso de Exteriores, indicó otro producto químico, y no el Novichok, señalado por nuestros investigadores, y luego confirmado por la OPAQ. Esta organización nunca revela el nombre de los laboratorios con los que opera para mantener su independencia, pero Lavrov sabía cuál era". El diplomático ha calificado de "intolerable el cibercrimen", y ha saludado la colaboración internacional en su lucha contra este delito.
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