jueves, 19 de octubre de 2017

El discurso tecnocienitificista del cuerpo

Los órganos, hoy protagonistas de la escena, han tomado la delantera con respecto al cuerpo como imagen unificada. La piel, traspasada por los rayos X, los ultrasonidos, las tomografías, las resonancias magnéticas, ya no es una barrera; ha cesado de ser el eje de articulación de la dicotomía interior-exterior. El interior, está ahora al mismo tiempo afuera. Así la tecnociencia (sobre todo, el discurso médico especializado, de rompecabezas anatómico) revitaliza los fantasmas de la fragmentación corporal estructuralmente presentes en los seres humanos.
La operación de abolición del cuerpo (ahora virtual, esto es, ausente), objetivo de los fantasmas tecnocientíficos, difícilmente logrará suprimir el cuerpo gozante, parasitado por el lenguaje.
Los fenómenos corporales anormales no son exclusivos de las psicosis, ya que el neurótico tampoco tiene una relación normal y armoniosa con su cuerpo: lo que es normal, es más bien que el cuerpo no se sostenga en su visión unitaria. Ciertamente el cuerpo es inconsistente y la angustia se convierte en una especie de detector de experiencias fragmentarias con imágenes siniestras (proporcionadas de manera abundante por el cine y las series de TV como Walking Dead Game of Thrones) donde el paradigma es la castración (impotencia) mediante decapitación o mutilación.
La unidad del cuerpo no se deriva de ninguna evolución biológica del organismo, sino de una identificación con una imagen encontrada en el semejante (es por la imagen que el cuerpo toma forma; lo cual empero, no puede ocurrir sin la intervención del lenguaje, ya que  dicha imagen no se puede construir como identificación sin el apoyo del significante del Otro. Por ejemplo, la madre pone al niño frente a su imagen y mirándolo dice: "Mira qué hermoso eres; qué fuerte; qué grande; qué listo, etcétera”. Es decir, lo que permite la identificación del niño con la imagen que percibe de sí mismo, son las palabras del Otro. Pues el niño en ese momento de su constitución subjetiva, vive una realidad caracterizada por múltiples sensaciones orgánicas sin ninguna unidad: es la experiencia de un cuerpo fragmentado. Es como si sus miembros no le pertenecieran, como si fuera un conjunto de sensaciones orgánicas caóticas). La captura imaginaria que da nacimiento a la unidad del cuerpo, reemplazará la fragmentación original del organismo. Sin embargo, dicha sustitución no está nunca totalmente terminada, pues la unidad se ve amenazada en momentos de crisis, de angustia, en casos de psicosis, que producen la visión fragmentada del cuerpo: soy salud (de ahí la hipocondria) ; soy músculos (de ahí la vigorexia); soy alimento (de ahí la anorexia); soy boca (de ahí la bulimia); soy disciplina y castigo corporal, etcétera. (...)
 -El cuerpo en la era de la tecnociencia, X. Castro et al

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