sábado, 26 de diciembre de 2015

De la na(ti)vidad... solar

Saturnales romanos, Decadencia, 1847, Thomas Couture (amplíese)

La Navidad es una fiesta romana


-Guillermo Altares

24 de diciembre de 2015

No hay una fiesta que tenga un origen tan claro y que a la vez sea tan universal: durante las Saturnales, que se celebraban entre el 17 y el 24 de diciembre, los antiguos romanos encendían luces, se intercambiaban regalos, invertían los papeles sociales —los amos servían a los esclavos y los esclavos a los amos—. Eran días de banquetes y disfraces durante los que las celebraciones se apoderaban de las ciudades.
Matthew Charles Nicholls, profesor del Departamento de Estudios Clásicos de la Universidad de Reading, asegura que estas fiestas dedicadas a Saturno, dios de la agricultura (equivalente al dios Cronos -padre de Zeus- de los griegos), "tenían un enorme arraigo popular, como todas las celebraciones relacionadas con la luz que tienen lugar al principio del invierno en las culturas del hemisferio occidental". El solsticio de invierno—en torno al 21 de diciembre— ha tenido siempre un enorme poder simbólico. De hecho, las Saturnales culminaban el 25 de diciembre con celebración del Sol Invictus, el astro invencible, cuando los días, de nuevo, comenzaban a alargarse y la luz vencía a la oscuridad.
"Los cristianos tomaron todos los elementos de las Saturnales para preservar, y santificar, esa celebración popular", prosigue el profesor Nicholls. Aunque no se sabe si Jesús nació en invierno, ni siquiera si fue en Belén como sostiene la tradición, el papa Liberio declaró en 354 que el sagrado alumbramiento había tenido lugar el 25 de diciembre
Como explica Richard Cohen, autor de Persiguiendo el Sol (la historia épica del astro que nos da la vida), las ventajas eran evidentes. Dado que los cristianos participaban también en esas celebraciones, los padres de la Iglesia llegaron a la conclusión de que podían utilizar el mismo día y decretar el 25 como la fecha de la Natividad. La transición de las Saturnales a la Navidad se prolongó durante varios siglos y fue el concilio de Tours en 567 el que decretó el periodo festivo entre el 25 de diciembre y el 6 de enero. 
Pero la profundidad con la que la Navidad está asentada en nuestra cultura va mucho más allá de la Roma antigua. Como explica Richard Cohen, todas las culturas celebran de alguna forma los solsticios, el día más corto y más largo del año. "El aparente poder sobrenatural que se manifiesta en los solsticios y los equinoccios para gobernar las estaciones, se celebra desde que tenemos memoria, provocando diferentes reacciones festivas en las distintas culturas", afirma.

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