martes, 26 de agosto de 2014

Don Étimo y los Emmy

Ayer se llevó a cabo la entrega de premios a lo mejor de la TV gringa: los Emmy
Awards, vigentes desde la posguerra, en los albores (1949) de la década de los cincuenta, cuando brotaron en serie los miembros de tradicional familia ideal de clase media norteamericana, modelo a seguir del American-Way-of-Life (o consumismo compulsivo familiar: ¡todos al Mall!) que hizo impensable "la célula básica de la sociedad" sin casa propia, auto propio, niños propios, perro propio y... TV propia.
¿Por qué los premios se llaman Emmy? La jerga gringa perezosa y, por ende, proclive a las contracciones, bautizó con nombre de mujer (Emmy) dichos premios de TV, por el parecido fonético de emmy con la contracción: immy, pronunciación inicial de 'imidch' o image-tube, imagen en pantalla del televisor de bulbo.
En los cincuentas, la TV era la máxima tecnología de comunicación masiva. De ahí que la estatuilla de los Emmy, según los diseñadores, simbolizara la conjunción de ciencia (en su noción de ciencia aplicada o tecnología)... y arte (la interpretación de los actores, la labor del guionista, la dirección del teledrama), conjunto representado por una mujer con alas, ¡Oh, ángel de la señal instantánea!, sosteniendo un gran átomo. Trofeo obsoleto porque la imagen del átomo ya no es, en el imaginario popular, sinónimo de ciencia moderna ni la TV es ya 'tecnología de punta': lo es ahora el internet que posibilita el adictivo-enjambre-de-perfiles, vulgo 'redes sociales', o -actualizando el cacofónico Himno Nacional-u-u-un gadget con aplicaciones en-cada-hijo-te-dio. 
De cualquier manera, 'todo-el-mundo' habrá contemplado la ceremonia de premios Emmy con arrobo extático (la zorra-que no-alcanza-pero-saliva-las-uvas del glamour) y pasmo admirativo (esto es una orden masiva: atiéndase con morbo y tómese nota pormenorizada -nombres y apellidos; parejas y consortes- de los especímenes peatonales de la red carpet, pues la moda, el gesto, el estilo a imitar está en los detalles de la alfombra mágica del E!ntretenimiento gringo urbi et orbi). 
¿Quién ganó este año en la TV estadounidense? ¿Breaking Bad o Modern family? Da igual: atada con cable al cable, la audiencia cautiva de la periferia mexicana se rinde extasiada a las series gringas de televisión, género que se erige como el único remedio casero posible contra el habitual déficit de atención. O casi, va el zapping! (MFM)

1 comentario:

Baltazar dijo...

La TV está viviendo sus últimos años, los cuales se prolongarán un poco más gracias al bendito subdesarrollo de nuestro querido Tercer Mundo, pero ya es un cliché consolidado el oir a gente joven decir "yo ya no veo la tele", refiriéndose al aparato que ya no prenden, pero también al desprestigio de la TV como su fuente de información y al concepto de una programación ligada a un horario.

La televisión por cable, en cambio, es un concepto que no sólo languidece sino que ya debería estar muerto, y sólo se mantiene vivo artificialmente -y apenas- gracias a algunos espectáculos fenomenales de alto presupuesto como Game of Thrones.

Pero por cada Game of Thrones o cada Breaking Bad hay docenas de comedias imbéciles y trilladas que nos hacen querer cancelar el servicio de una buena vez.