En las acusaciones vía redes sociales de "casos de acoso, hostigamiento sexual con presión y/o represalias, violencia sexual, violencia en pareja que hayan sucedido en Jalisco" realizado el 8 de marzo de 2019 mediante el #MeTooJalisco en el gremio de periodistas, fui linchado públicamente en las redes sociales a partir del siguiente ataque amparado en el anonimato:
"El caricaturista Manuel Falcón me escribía mucho hasta que un día acepté tomar un café con él y luego me invitó a su casa. Yo solo quería platicar. Cuando estábamos en su sillón se bajó la ropa y puso su pene cerca de mí. Le dije que no muchas veces hasta que me dejó en paz y me fui de su casa."
En
dicho ejercicio acusatorio se apuntó: "todos tienen derecho de
réplica". Sin embargo, decidí no ejercer tal derecho, fiel a mi
principio de nunca responder a ataques lanzados por anónimos o perfiles
falsos que, por regla general, se basan en mentiras, rumores, chismes,
calumnias o insultos. Mi área profesional es la opinión pública y
siempre publico con mi firma, comento con mi identidad real en redes
sociales. La misma identificación y franqueza espero por tanto de mis
interlocutores: que den la cara para sostener con valor sus argumentos
aun cuando vayan acompañados de ataques.
Mi
decisión de no ejercer el "derecho de réplica", sin embargo, no me
impidió reconocer de inmediato a Mariana R. (no mencionaré el apellido
para respetar la norma del ejercicio) como la persona "anónima" que me
acusaba. Sorprendido y desconcertado por su versión, contacté a Mariana
R. por 'messenger' vía facebook. Le pregunté por qué me agredía y
propiciaba bullying y linchamiento en mi contra; por qué de esa
manera, esto es, describiendo una escena aislada sin mencionar de veras
lo que había ocurrido entre nosotros, antes y después de lo que mencionó
como "acoso". Me respondió turbada: "¿A poco regresé a tu casa después
de eso?" Pasmado comprendí que su memoria sólo recordaba un solo hecho y
de forma fragmentaria, cuya introducción y desenlace ella había
complementado para construir un... falso relato. Yo no podía creer que
hubiese olvidado la situación y todos los demás momentos vividos juntos:
"¿A poco regresé a tu casa después de eso?"
Por supuesto que Mariana regresó a mi casa después del episodio que
ella narra como "acoso". No una vez sino en muchas ocasiones. Por eso
resulta pertinente preguntarse: ¿y antes de que ocurriera la escena que
ella menciona como "acoso", qué sucedió, qué la motivó? Sin mencionar lo
sucedido antes y después, el hecho se interpreta como un asalto sexual
de mi parte que surgió de la nada. El hecho real no fue así.
Una
media verdad se convierte tarde o temprano, en una mentira completa.
Sobre todo si al hecho se le recorta, repito, el momento, la fecha, el
contexto, la circunstancia. Además, ¿por qué mentir, por qué inventar
que yo le "escribía mucho"? En realidad, de Mariana R. partió siempre la
iniciativa de contactarme, de escribirme, de buscarme. Yo recibía sus
mensajes, principalmente por las noches y, cuando podía, los respondía.
"Un
caballero no tiene memoria" señala el dicho popular; sin embargo, hay
quienes llevamos un diario personal ¿Qué fue lo que realmente sucedió?
La
escena que Mariana R. señala como "acoso" ("se bajó la ropa y puso
su...") ocurrió el martes 24 de enero de 2012. En efecto, ella y yo nos
citamos ese día por la noche en La Cafetería, en la calle Libertad de la
Colonia Americana, en Guadalajara. Y es aquí donde comienza la
distorsión de los hechos. La acusadora escribió: "Falcón me escribía
mucho hasta que acepté tomar un café". Bueno, lo cierto es que nunca le
escribí. ¿Por qué mentir? Pues, ¿cómo pude escribirle "mucho" si yo
nunca había visto a Mariana R. antes de la cita, si yo no sabía nada de
ella ni de su perfil de facebook que carecía de rostro, información y
nombre real? La verdad es que fue ella quien me buscó, me contactó por
'messenger' y así, comenzó a escribirme muchos mensajes -debo decirlo-
sobre todo de corte erótico. Y luego de leer y responder muchos de sus
mensajes escritos por ella bajo un pseudónimo, y advertido yo de su
interés por conocerme en persona y conversar conmigo, decidí invitar a
Mariana R. a un café. Aunque cabe señalar que Mariana R. ya tenía mucha
información previa sobre mí a través de mi entonces programa de radio y
de mis caricaturas políticas; yo en cambio, no sabía nada de ella,
simplemente: no la conocía. Por tanto, el primer encuentro con Mariana
R. fue una cita a ciegas.
Prosigue
Mariana R. : "y luego me invitó a su casa". En realidad, en cuanto nos
encontramos y reconocimos en el café, casi sin mediar palabra -con el
antecedente del intercambio de mensajes intensamente eróticos vía
'messenger'-, comenzamos a besarnos con entusiasmo y alegría. El
dependiente de la cafetería nos solicitó discreción, pues había muchos
clientes alrededor. En ese momento le pregunté a Mariana si prefería que
nos fuéramos a mi casa. Ella accedió. Nos fuimos caminando y durante el
trayecto seguimos besándonos.
Menciono
los detalles de contacto físico para que se comprenda el tipo de
relación que se estableció desde el principio entre ella y yo. Casi no
conversamos. De esa manera llegamos a casa y los besos continuaron. La
que acusa sin embargo, escribe: "Yo sólo quería platicar". Aparte de
decirme su nombre en La Cafetería, ella jamás platicó nada, es una chica
de pocas palabras, muy reservada. Yo fui el que habló todo el tiempo.
No obstante, sin precisar la circunstancia, ella añade sin más: "cuando
estábamos en su sillón se bajó la ropa y puso su pene cerca de mí."
¿Cómo podía yo haber realizado semejante acto así de la nada? Ya comenté
que no habíamos cesado de besarnos. Pero de manera deliberada (y de
antemano ofrezco disculpas por la crudeza del relato, pero Mariana R. lo
expuso ya en ese nivel) la acusadora omite que antes de mi acto que
considera "acoso", realizamos tocamientos, besé su cuerpo, la acaricié
en sus partes de forma íntima, y siguiendo dicha secuencia explícita fue
que abrí el cierre de mi pantalón porque supuse que eso era lo que
seguía. Es decir, se trató del juego de caricias previo (foreplay)
a una relación erótica. No es verdad entonces que, de repente, sin
motivo alguno -indicando un asalto que dizque la tomó por sorpresa-,
"puso su pene cerca de mí". En realidad, después de besarnos y
acariciarnos, me incorporé, abrí el cierre de mi pantalón porque
entendí, repito, que iba con la secuencia del encuentro, pero en cuanto
observé el gesto de turbación de Mariana R., me cubrí al instante de
nuevo, sin acercarme a ella, más bien, al contrario: me aparté, me hice a
un lado. Ella sin embargo, redactó: "Le dije que no muchas veces hasta
que me dejó en paz y me fui de su casa". En realidad, nunca pronunció
palabra, ni una sola: por tanto, miente cuando afirma haberme dicho que
"no muchas veces": simplemente no dijo nada; con su cara de azoro, con su silencioso gesto de rechazo,
expresó todo. Y a partir de ese instante se produjo un corto circuito
que enfrió los ánimos e interrumpimos el encuentro erótico. Quedamos
ambos desconcertados y luego de un silencio embarazoso, ella preguntó si
yo quería "un oral". Me dio risa el término y ella sonrió también. Le
respondí que resultaba obvio que no le gustaba esa forma de relación
erótica, que se trataba de una preferencia como muchas otras y que, dada
su reacción de evidente incomodidad, no se sintiera obligada a nada,
podíamos expresarnos de otras maneras. Pero ya la situación se había
enfriado y era realmente incómoda, así que ella me dijo que prefería
irse. Así que salimos de casa, la acompañé hasta una gran avenida donde
le pregunté si quería que le pidiera un taxi. Me respondió que ella se
iría por su cuenta. Entonces, allí mismo nos despedimos de manera
amable. ¿Por qué mintió sobre ese momento y lo presentó como hartazgo,
algo irritante?: "Le dije que no muchas veces hasta que me dejó en paz y
me fui de su casa".
De
esa manera, supuse que, dada la situación embarazosa experimentada por
ambos, no volvería a ver a Mariana R. Pero supuse mal: ella pronto
regresó a visitarme a casa de nuevo. Incluso, en varias ocasiones sin
aviso previo. Así ocurrió durante 2012, 2013, 2014 y 2015. Además siguió
de manera ininterrumpida contactándome por 'messenger' y luego vía
'whatsapp'. Mariana
R. me buscaba ella a mí -subrayo- porque yo jamás la busqué. Además,
nunca supe dónde vivía ni con quién; ignoraba cómo localizarla y ella me
daba a entender que así estaba mejor la relación, sin que yo la buscara.
En
suma, con Mariana R. se trató de una relación amistosa que sostuvimos
de modo intermitente, como dije, de 2012 a 2015. De pronto, ella me
avisó un día que suspendía las visitas a mi casa, pero continuó
comunicándose conmigo vía 'whatsapp', pues ella padecía (o padece)
insomnio y sabía que yo trabajo hasta muy entrada la noche. Así, en
intenso intercambio nocturno de mensajes (y fotografías de ella),
comentamos sobre sus orígenes y dificultades familiares, sobre libros,
situaciones políticas, sobre cine, de sus amigos y sus clases de
periodismo y, en ocasiones, realizábamos lo que cabría denominar,
intercambio erótico digital muy intenso. Finalmente, desconozco la
causa, ella interrumpió toda comunicación, de modo tajante, en 2015.
Sólo recuerdo que se molestó conmigo porque yo no acudía a las
manifestaciones de protesta por el caso de Ayotzinapa ni tampoco
coincidía con su interpretación política sobre dicho caso.
Entre Mariana R. y yo hubo entonces una relación que, mientras duró, yo consideré cordial, respetuosa y amistosa. Sin disputas ni agresiones. De ahí mi extrañeza y asombro ante la reaparición de ella en 2019, es decir, cuatro años después de nuestro último contacto vía 'whatsapp', con una dizque acusación en mi contra por "acoso" citando -como señalé antes- de manera aislada, una sola escena en el sillón de mi casa; describiendo una versión 'editada' sin antes ni después, dando a entender además, que esa fue la única ocasión en que nos vimos."¿A poco regresé a tu casa después de eso?"
Comprendo
que en estos casos resulte arduo aclarar la verdad mediante dichos; es
decir, confrontando mi palabra contra la suya. Los "ella dijo", "yo
dije", se prestan a desconfianza. Pero conviene señalar que la palabra
de Mariana R. se tornó mucho más potente que la mía, porque la de ella
se inscribió en un poderoso y eufórico mecanismo de linchamiento colectivo que,
encima, mediante el eslogan o la fórmula unilateral femenina 'yo sí le
creo a ella' ("yo sí te creo"), me descalifica como hombre en automático
'yo no le creo a él' ("yo no te creo"), lo cual vuelve casi imposible
la credibilidad del "derecho de réplica". Al calor de linchamientos
digitales no cabe la presunción de inocencia, nadie está dispuesto a
otorgar un voto de confianza al acusado, pero todos están dispuestos a
lincharlo de inmediato.
En suma, el hecho del supuesto "acoso" ocurrió, como se mencionó antes, el día 24 de enero de 2012. Entonces, Mariana R. presentó la acusación de una situación que recordó, de memoria, ... en 2019. Es decir, me acusó con lo que más o menos pudo recordar, con lo que su mala memoria elaboró, ... ¡siete años después! Por mi parte, desconfío siempre de las trampas de la memoria y por tanto, como dije antes, llevo un diario, donde redacté -ese misma noche- todo lo acontecido. Añado también que, para evitar las versiones subjetivas de "ella-dijo, él-dijo", se puede probar y comprobar de qué manera continuó nuestra relación (después del dizque "acoso") hasta 2015, mediante copia del historial de chats en messenger y 'whatsapp', donde quedaron registrados los mensajes que ella me envió y el tipo de intercambio íntimo que se estableció.
Cabe
preguntar, ¿por qué hasta ahora dar a conocer los pormenores de una
falsa acusación de "acoso"? Repito, mi costumbre de no responder a
ningún anónimo ni perfil falso, me hizo mantenerme en la postura de
dejar pasar sin comentarios de mi parte, la falsa acusación de Mariana
R.; pero hoy, cuando en las redes sociales hierven ataques,
desinformación, más mentiras y calumnias mediante perfiles falsos y
anónimos, muchos aprovechan (ostentando su "superioridad moral" y desprecio ante un "acosador") mi caso de falso "acoso" para incrementar las calumnias ("recibe chayote de Raúl Padilla"; "el gobernador Alfaro le da chayote"; o, "qué lástima: se volvió conservador", "neoliberal", etcétera)
para descalificar mis opiniones públicas siempre firmadas y con mi
perfil verdadero. O personas que yo consideré amistades o gente pensante, se aprovechan con gusto de mi situación de linchado por el MeToo, para impartirme -en despliegue de ingenuidad e ignorancia- dizque cátedra de lo que mal entienden como concepto de "género"; o para llamarme "misógino" porque no "respeto a las damas", porque "no soy caballeroso"; o bien, para enviarme videos de feminicidios, de violaciones sexuales, a manera de regaño preventivo: "en eso desemboca el acoso". Es decir, mi situación alienta a misioneros de la "decencia y buenas constumbres"-aun sabiendo que estoy al tanto de su currículum machista. A lo anterior finalmente, se añade la "cultura de la cancelación": citas, invitaciones, participación en mesas redondas, en conferencias, entrevistas se cancelan "misteriosamente". ¿La razón? "Es acosador de mujeres", ya así en plural, sin siquiera haber leído con atención que en el linchamiento del MeToo de 2019, me formularon una sola acusación y anónima (de Mariana R.) a la que aquí me refiero.
Por
supuesto que reconozco la terrible condición de violencia de género que
impera en nuestra sociedad machista-patriarcal y la necesidad de las
mujeres de manifestarse y protestar, de no callar ante los abusos,
acosos, violaciones y feminicidios. Pero, permitir la acusación anónima sin rigor
(necesaria, se comprende, cuando la víctima está amenazada, intimidada,
sujeta a agresión psicológica y física por el agresor) y usar la palabra
y el concepto de "acoso" sin claridad ni precisión, dejándolo a la interpretación
subjetiva, vaga y ambigua, en la práctica abre la puerta a la mera
agresión, a la venganza, a la justicia por propia mano -no a la justicia
en sí-, a la catarsis colectiva disfrutando del linchamiento de un chivo expiatorio, a río revuelto, pues "acosadores, violadores, feminicidas, golpeadores: todos son lo mismo". Encima, en los linchamientos
digitales de falso "acoso" se montan personajes oscuros, mediocres, envidiosos de tiempo completo para, mediante
perfiles falsos, atacarme, insultarme,
desacreditarme, estigmatizarme y descalificarme.
Sé que Mariana R., aunque me haya bloqueado desde el momento en que le hice evidente su mala memoria, leerá la presente aclaración y coincidirá conmigo en que
sostuvimos una relación amistosa, mientras duró, pero olvidó,
malinterpretó y distorsionó los hechos con su versión de la escena
dizque de "acoso" sin considerar, de manera responsable, no frívola, la
repercusión de su "olvido", como me respondió por 'messenger'. Ignoro
cuál fue el motivo de Mariana R. para elegirme como supuesto ejemplo de
"acoso", pero ya no importa en estos momentos: ya fui linchado y por tanto, estigmatizado como "acosador", sin necesidad, seriedad ni interés de definir con precisión
dicha palabra.
Agradezco a los amigos, pero sobre todo, a las amigas, que desde el principio del linchamiento, y sin sumarse en automático al coro de condena, no creyeron en el relato de la anónima Mariana R. y me dieron su voto de confianza; gracias también a las amigas que leyeron con atención la narración del dizque "acoso" y decidieron formularme la pregunta elemental: "¿la chica está mintiendo, verdad?" Así es: Mariana R. mintió desde el anonimato.
No dudo de las buenas intenciones del MeToo como maquinaria anónima, ciega a los matices, para implementar rápido, linchamientos digitales, pero conviene recordar que en el régimen actual del presidente López Obrador, el de la mal llamada "Cuarta Transformación", se propicia, fomenta y alienta una atmósfera precisamente de linchamientos, de bots, de calumniadores, de cobardes escondidos en perfiles falsos (ya comentaré en su momento de uno que decidió calumniarme de tiempo completo) y de mentirosos anónimos. Pues el presidente López Obrador ha logrado polarizar y enfurecer a las masas con su discurso populista simplón de "buenos" contra "malos", de manera que bien puede establecerse que es temporada de canallas y canalladas.
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